A principios del siglo XX ya se esquiaba en La Molina, pero la llegada del ferrocarril en 1922 fue lo que dinamizó la llegada de esquiadores a esta modesta estación pirenaica situada en el municipio de Alp, en La Cerdanya. El primer telesquí de España se instaló aquí, en 1943, y poco después, en 1946, La Molina repetía como pionera en la instalación de remontes con la puesta en funcionamiento del telesilla del Turó de la Perdiu. Actualmente, además del dominio esquiable que suma 71 kilómetros en 68 pistas, La Molina ofrece dos experiencias de altura que combinan la práctica del deporte con la gastronomía. La primera propone una cena en el refugio Niu de l’Àliga, en la cota 2.520, con acceso en telecabina, vistas de la puesta de sol, cena de especialidades montañesas y descenso con esquís a la luz de la luna. La segunda propuesta consiste en tomar una copa y disfrutar de una cena en el chill out Costa Rasa, situado a 2.000 metros de altitud. El fin de fiesta también incluye un descenso nocturno con esquís por la pista Volta Muntanya Sagrada.