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  • Ruta icónica

Tramo 1

Viñedos con sabor
a mar

De Barcelona a Tarragona

462km de recorrido 6 etapas de duración 6 Imprescindibles
Tramo 2 - Al encuentro de la historia
Tramo 3 - Muy cerca del cielo
Tramo 4 - Oda a la naturaleza
Tramo 5 - Del surrealismo al modernismo
Tramo 1 - Viñedos con sabor a mar
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Barcelona, la gran ciudad del Mediterráneo, será el inicio de este recorrido que nos lleva hasta la Tarragona romana. Por el camino nos iremos encontrando con Montserrat, la montaña más icónica de Catalunya, con viñedos que miran al mar y parecen jardines, y con un valioso patrimonio agrícola levantado piedra a piedra. Habrá tiempo para probar grandes vinos y conocer a unos entrañables gigantes. Todo ello con la compañía de la música de un genio, la mejor de las bandas sonoras posibles: el violoncelo de Pau Casals.

Imprescindibles

Lo más destacado

BarcelonaMontserratEl PenedèsLa Costa Barcelona y SitgesRuta del Cister (Monasterio de Santes Creus)Tarragona

Etapas

Etapa 1 – Barcelona ciudad de arte

Barcelona ciudad
Las calles de juventud de Picasso muestran una Barcelona íntima, de pequeños y encantadores negocios. Una ciudad que siempre ha estado vinculada al arte en todas sus manifestaciones.

En bicicleta

La vista desde la azotea del hotel, donde tengo preparado el desayuno, me ofrece una panorámica de 360 grados sobre Barcelona, desde la ciudad que mira al mar hasta la que se apoya en las montañas. Tengo la playa a los pies, al fondo asoma la Sagrada Familia y los modernos edificios de la Villa Olímpica y la torre Glòries, iconos arquitectónicos del perfil de la capital catalana. El cielo, como durante más de 300 días al año, está despejado; una invitación a recorrer las calles de la ciudad en bicicleta. La ruta escogida me lleva a pedalear, con una curiosa bicicleta ecológica de bambú, para llegar hasta varios buenos murales de arte urbano.

Tras las huellas de Picasso

Doy un pequeño salto en el tiempo para trasladarme a la Barcelona bohemia de finales del siglo XIX y principios del XX, la ciudad que tuvo entre sus calles al joven Picasso. Paseo por lugares esenciales en su vida, como la escuela donde estudió, la calle Avinyó y la cervecería donde hizo su primera exposición individual. La obra del artista me ha abierto el apetito, aprovechando que la ruta acaba en el museo Picasso, ubicado en el barrio del Born, continúo con una ruta gastronómica por emblemáticas tabernas del barrio. Una buena opción para continuar la tarde es el paseo tranquilo visitando tiendas, algunas de ellas centenarias, de productos hechos a mano, como joyerías, moda, cosmética, artesanía y turrones.

Barrio Gótico

Vuelvo a las vistas al mar, subiendo al mirador de Colón en el ascensor instalado en el interior de la columna del monumento. La visita se complementa, una vez de vuelta a pie de calle, con una degustación de cuatro vinos de denominaciones de origen catalanas: Alella, Pla de Bages, Catalunya y Penedès. Con el encendido de las primeras luces artificiales da inicio el recorrido nocturno por Ciutat Vella y el barrio Gótico, visitando Santa María del Pi, la Catedral y coquetas plazas como la de Sant Felip Neri, un lugar que nos habla de la Barcelona de los gremios y que todavía muestra las trágicas huellas de la Guerra Civil en alguna de sus paredes.

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Etapa 2 – La belleza del modernismo

De Barcelona a Montserrat. 64 km
Empieza el día entre algunos de los más hermosos edificios que la arquitectura modernista dejó en Europa y acaba en Montserrat, la montaña más emblemática de Catalunya.

Un paseo por el Eixample

Salgo temprano para pasear por la fachada marítima de la ciudad y volver a disfrutar del amanecer. Para entender un poco mejor el urbanismo barcelonés, podemos contratar un tour privado con un arquitecto para recorrer el Eixample, la expansión urbanística que conectó el casco antiguo con la Vila de Gracia formando un damero que parece trazado con escuadra y cartabón. Este barrio concentra una buena parte de los edificios con mayor valor patrimonial de ciudad, entre ellos importantes obras modernistas como la Casa de les Punxes, La Pedrera, la Casa Amatller o la Casa Batlló.

Colonia Güell

Subo hasta Montjuïc para despedirme de Barcelona desde las alturas, un lugar en el que se pueden ver destacados jardines, como el Botánico, y museos como la Fundación Joan Miró, el Museo Nacional de Arte de Catalunya y el Pabellón Mies van der Rohe.

Pongo rumbo a Santa Coloma de Cervelló para visitar la cripta de la Colonia Güell, una espectacular obra de la etapa naturalista de Gaudí. Pese a que la cripta también forma parte de los siete edificios del arquitecto declarados Patrimonio Mundial, es la obra menos conocida de las que integran esa prestigiosa lista.

Hacia Montserrat

El viaje continúa en dirección norte con la intención de conocer el patrimonio modernista industrial de Terrassa, una de las Ciudades y Villas con Carácter, la masía Freixa con sus arcos parabólicos y hacer una ruta por los jardines más destacados de la ciudad y sus iglesias visigóticas. Es un conjunto patrimonial de excepción, a nivel europeo, en el que podemos hacer un recorrido por varios siglos de la historia del arte.

La siguiente parada es Monistrol de Montserrat, donde cojo el tren cremallera para subir a la montaña de Montserrat, uno de los paisajes más icónicos y hermosos de Catalunya, cargado de gran simbolismo porque allí se ubica un monasterio y el santuario dedicado a la Virgen de Montserrat, la patrona de Catalunya, popularmente conocida como La Moreneta. Los amaneceres en la montaña son impresionantes, por lo que decido quedarme a pasar la noche en la hospedería del monasterio.

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Etapa 3 – Despertar en Montserrat

De Montserrat a Solsona. 79 km
El amanecer en Montserrat y pasear por la montaña durante las primeras horas del día es una de las experiencias más hermosas de este tramo del Grand Tour de Catalunya. La ruta continúa hace el Bages, tierra de unas singulares construcciones de piedra seca.

Un hermoso amanecer

Ha sido un acierto pernoctar en Montserrat, dedico el inicio de la mañana a hacer una sencilla ruta por el entorno del Parque Natural de Montserrat, recorrido que invita al paseo calmado y a la meditación mientras los primeros rayos de sol van pintando de rojo las puntas de las rocas más emblemáticas, como el Cavall Bernat, el Serrat del Moro y La Palomera. Si la visita coincide con el horario de actuación de la Escolania, una de las escuelas de música más antiguas de Europa, merece la pena entrar a la basílica para escuchar cómo entonan el Virolai, canción que también es conocida como Rosa d’abril y está dedicada a La Moreneta.

Mató y carretera

Tras comprar un poco del tradicional mató, un requesón que está delicioso combinado con miel, en las tiendas que hay alrededor de la plaza del santuario, hago la bajada de la montaña en el Aeri, el teleférico que sobrevuela el valle del Llobregat. Toca recuperar el coche para recorrer la carretera que cruza el Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac. Aunque me llama la atención la opción de acercarme a Sant Fruitós de Bages para hacer un salto en tándem, un minuto de caída libre desde los 4.000 metros de altura, decido aplazarlo para cuando vuelva en compañía y poder compartir la aventura.

Bages

Paso la tarde con varias visitas: las tinas de la Vall del Montcau, unas enormes construcciones de piedra seca en las que se elaboraba el vino a pie de viña cuando la comarca del Bages fue una de las mayores productoras de Catalunya; la localidad de Mura, Pueblo con Encanto que conserva un espectacular núcleo medieval entre sus calles de empedrado y un interesante molino con más de mil años de historia; y el cercano monasterio de Sant Benet de Bages, un conjunto monástico medieval en excelente estado de conservación en el que cuentan cómo se desarrolló la vida monástica entre las paredes de la iglesia, el claustro y las celdas. El complejo ha incorporado un moderno e innovador centro de investigación culinaria, la fundación Alícia, que promueve las bondades de la alimentación saludable; tres restaurantes y una tienda de productos agroalimentarios ecológicos.

Continúo la ruta hacia los alrededores de Solsona, en la provincia de Lleida, donde he reservado noche en una antigua masía situada en la Vall de Lord.

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Etapa 4 – Rumbo al Penedès

De Solsona a Sant Sadurní d’Anoia. 151 km
Los paisajes del Solsonés me dan los buenos días entre brumas. Tras visitar una de las Ciudades con Carácter la ruta se adentra en territorio del Penedès, donde se elabora vino y cava bajo dos históricas denominaciones de origen.

Vall de Lord

Aunque Vall de Lord está a una veintena de kilómetros al norte de Solsona, este pequeño desvío en la ruta merece la pena. Al amanecer, las brumas matinales emergen del pantano de la Llosa del Cavall, cuyo entorno paisajístico favorece la práctica de deportes de aventura como la escalada, el barranquismo, el parapente o las rutas en BTT. El juego de las luces que se cuelan entre la niebla deja una docena de impactantes imágenes en la tarjeta de mi cámara de fotos. Cuando el sol ya calienta lo suficiente, alquilo un kayak para remar por esas aguas de color turquesa intenso. Con un último vistazo al paisaje desde uno de los puentes que cruzan el embalse, cojo la hermosa carretera que sigue el desfiladero del río Cardener para llegar hasta Solsona.

Gigantes en Solsona

Durante la visita guiada a esta ciudad, con un buen patrimonio barroco, veo cosas tan curiosas como la colección de enormes figuras del Cuarto de los Gigantes, donde muestran todo el bestiario que desfila por las calles en los días de fiesta. El santuario del Miracle se encuentra a apenas doce kilómetros de Solsona, Ciudad con Carácter. Su altar barroco es motivo suficiente para plantearse una visita. El viaje sigue en dirección sur, entrando de nuevo en la provincia de Barcelona, con diferentes opciones para hacer una parada, como Cardona con su castillo y las minas de sal, el Poble Vell de Súria, que se eleva sobre el margen izquierdo del río Cardener y fue un importante enclave en la ruta de la sal; o Manresa, Ciudad con Carácter con un buen patrimonio modernista.

El jardín del Penedès

El corazón del Penedès, tierra con una larga tradición vitivinícola, es mi próximo destino. Su viñedo está encajado entre Montserrat y el mar Mediterráneo, un paisaje marcado por algunas suaves ondulaciones del terreno y grandes planicies que establecen una analogía con ese mar que le da carácter. En Sant Sadurní d’Anoia visito el Centro de Interpretación del Cava, donde a través de las diferentes salas descubro la historia, los protagonistas y la arquitectura de esta bebida tan emblemática. El extenso viñedo del Penedès tiene hechuras de jardín, anoto en mi diario de viaje tras dedicar parte de la tarde a visitar algunos de los miradores de la ruta Miravinya, cinco atalayas con magníficas vistas sobre un paisaje vinícola del Alt Penedès salpicado de márgenes y barracas de piedra seca. Acabo el día con una cata vertical en una de las legendarias bodegas del Penedès, en la que me enseñan a apreciar las sutiles diferencias que el paso del tiempo otorga al vino.

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Etapa 5 – El mar de Pau Casals

De Sant Sadurní d’Anoia a Sant Salvador. 74 km
El día me lleva hasta los viñedos que se asoman al mar, uno de los paisajes que marcó la vida e inspiró a Pau Casals, el músico universal que ha emocionado a varias generaciones con su interpretación del Cant dels Ocells.

Catanias de Vilafranca

Si ayer tocó conocer la historia del cava, hoy era turno para el Vinseum de Vilafranca del Penedès, un museo dedicado a las culturas del vino en Catalunya que está ubicado en un antiguo palacete frente a la basílica de Santa María. No resulta fácil decidir entre la gran oferta enogastronómica de las bodegas del Penedès, con diferentes visitas temáticas, actividades y catas. Opto por un maridaje de vinos y quesos, que me ofrece la amplia gama de matices de esos vinos que nacen tan cerca del mar. Antes de dejar Vilafranca del Penedès me acerco a una confitería para comprar un par de cajas de catanias, un dulce típico que se elabora con almendras tostadas, caramelizadas y cubiertas de chocolate.

La elegancia de Sitges

De camino hacia la costa, conduciendo por la Carretera del Vino, hago una parada en el castillo de Olèrdola, un conjunto monumental desde el que se tienen excelentes vistas de la plana del Penedès y del Garraf. Sitges, en la lista de Barrios y Villas Marineras, es una de las localidades más hermosas de la costa catalana. Desde el paseo marítimo subo las escaleras hasta la iglesia de Sant Bartolomeu i Santa Tecla, situada en un pequeño promontorio que ofrece amplias vistas de las playas de Sitges. El paseo por el casco histórico, de calles encaladas y frescas, me lleva hasta el museo Maricel, con una notable colección artística. Al salir, no dudo en probar uno de los vinos más curiosos de los que se producen en Catalunya, uno dulce hecho con malvasía que se sigue elaborando gracias a la Fundación del Hospital San Juan Bautista.

Suena la música

Por la carretera que rodea el pantano de Foix cambio de provincia, a la de Tarragona, pero sigo en tierras de la D.O. Penedès. Llego hasta Sant Salvador, uno de los barrios marítimos de El Vendrell, donde está la que fue la casa de veraneo del violoncelista Pau Casals, hoy convertida en museo. A través de objetos personales voy haciendo un recorrido por la vida de este músico universal y el ambiente en el que creó su obra. Pau Casals sostuvo que esa casa era la expresión y síntesis de su vida como catalán y artista. Pienso en la emoción que debía sentir el músico, la misma que siento yo ahora, cada vez que regresaba de un viaje y traspasaba la puerta para toparse directamente con el mar.

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Etapa 6 – Silencio, paz y la esencia del paisaje mediterráneo

De Sant Salvador a Tarragona. 84 km
Santes Creus es uno de los edificios históricos más importantes de Catalunya. Desde tierras del Císter, carreteras secundarias van conectando joyas como Montferri o Altafulla, para acabar el día y la ruta en la Part Alta de Tarragona.

Tierras del Císter

Empiezo la mañana en la ribera del río Gaià, ante la puerta de Santes Creus, uno de los grandes monasterios catalanes. Al contrario que los otros dos monasterios de la Ruta del Císter, hoy habitados de nuevo, Santes Creus quedó despoblado tras la desamortización de Mendizábal. Fue el lugar de reposo escogido por dos reyes catalanes, en su interior podemos ver los impresionantes sepulcros reales y un notable conjunto de vidrieras.

En la cercana localidad de Cabra del Camp realizo una actividad de marcha nórdica entre viñedos y campos de cereal. La suave brisa que mece los cultivos y la agradable temperatura invitan a la introspección, un momento íntimo que me conecta con las bondades del paisaje mediterráneo. La actividad finaliza con la degustación de un vino de la D.O. Tarragona y del aceite de la D.O. P. Siurana.

De nuevo hacia el mar

Hermosas carreteras comarcales rodeadas de viñedos me llevan hasta Montferri. En una pequeña atalaya se levanta un santuario obra de Josep Maria Jujol, colaborador de Gaudí. La planta del santuario tiene forma de barco orientado a las montañas de Montserrat, en cuyas formaciones rocosas se inspira. Me acerco de nuevo a la costa pasando junto a Altafulla, una localidad con un buen casco histórico, conocido como Vila Closa, y un barrio marítimo, Les Botigues, que todavía conserva el sabor marinero de antaño. Al llegar a Tarragona me voy a recorrer el barrio de la Part Alta y entro en la Casa Castellarnau, un valioso ejemplo de arquitectura burguesa entre las casas nobles que encontramos en la calle Cavallers.

Buena vida en Tarragona

En la puerta de la Catedral me espera el guía que me va a llevar por los diferentes espacios: nave, claustro y ascenso al campanario, una visita con más intrigas, traiciones, luchas, pactos y secretos que la mejor de las series. Al caer la noche, con todo el patrimonio romano iluminado, cojo mesa en un restaurante con poco más de media docena de mesas y la cocina abierta, donde me dejo recomendar por unos jóvenes cocineros muy comprometidos con la cocina de productos de cercanía, en la que no faltan los buenos pescados que llegan directos de la Lonja de Tarragona y los vinos naturales.

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  • Tramo 1
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Viñedos con sabor a mar

  • 462

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  • 6

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La Segarra, tierra de castillos

La importancia histórica de la Segarra se ve reflejada en los restos arqueológicos y monumentales que se conservan en muchos lugares de la comarca. A través de estos vestigios se puede hacer un viaje por la historia del territorio, desde la prehistoria hasta el modernismo del siglo XX, pasando por la época romana y por los estilos románico, gótico y barroco. Cervera, Guissona y Sant Guim de Freixenet son algunos de los municipios segarrenses donde descubrir sus elementos más significativos.

Pero es el abundante número de castillos, torres, casas fuertes y villas amuralladas que hay en la Segarra lo que hace que, en muchas ocasiones, se conozca la comarca como “Tierra de Castillos”. De hecho, es aquí donde se encuentra la famosa Ruta de los Castillos del Sió, que discurre siguiendo la orilla del río que le da nombre; un recorrido suave repleto de historia, que se adentra en los paisajes de secano propios de la Segarra, y apto para todo tipo de excursiones familiares, tanto en coche como a pie o en BTT.

Según la época del año, una gama de colores diversos tiñe la comarca, desde sus llanuras cerealistas hasta la media montaña, donde abundan cultivos típicamente mediterráneos de olivo y almendro, que hacen que el paisaje de la Segarra sea único en el territorio. Cuando empieza la primavera resulta difícil olvidar la imagen del espectacular contraste de la flor del almendro con los campos verdes de cereales y todo ello favorece el poder gozar de la naturaleza y de su tranquilidad.

La Segarra, tierra de castillos
La Segarra, tierra de castillos

La importancia histórica de la Segarra se ve reflejada en los restos arqueológicos y monumentales que se conservan en muchos lugares de la comarca. A través de estos vestigios se puede hacer un viaje por la historia del territorio, desde la prehistoria hasta el modernismo del siglo XX, pasando por la época romana y por los estilos románico, gótico y barroco. Cervera, Guissona y Sant Guim de Freixenet son algunos de los municipios segarrenses donde descubrir sus elementos más significativos.

Pero es el abundante número de castillos, torres, casas fuertes y villas amuralladas que hay en la Segarra lo que hace que, en muchas ocasiones, se conozca la comarca como “Tierra de Castillos”. De hecho, es aquí donde se encuentra la famosa Ruta de los Castillos del Sió, que discurre siguiendo la orilla del río que le da nombre; un recorrido suave repleto de historia, que se adentra en los paisajes de secano propios de la Segarra, y apto para todo tipo de excursiones familiares, tanto en coche como a pie o en BTT.

Según la época del año, una gama de colores diversos tiñe la comarca, desde sus llanuras cerealistas hasta la media montaña, donde abundan cultivos típicamente mediterráneos de olivo y almendro, que hacen que el paisaje de la Segarra sea único en el territorio. Cuando empieza la primavera resulta difícil olvidar la imagen del espectacular contraste de la flor del almendro con los campos verdes de cereales y todo ello favorece el poder gozar de la naturaleza y de su tranquilidad.

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Cervera, tierra de cultura y fuego

Situada tierra adentro, Cervera ofrece a los visitantes un paseo por su historia. Recorriendo el centro histórico de la capital de la Segarra encontramos edificios y elementos que nos hablan de su esplendoroso pasado con una amalgama de estilos que despiertan el interés de los más curiosos. Una ciudad ideal en la que perderse contemplando las murallas del siglo XIV, visitando la Paeria de estilo barroco o andando por sus calles emblemáticas como la Calle Mayor, con sus casas señoriales, el callejón de las Brujas o la Plaza Mayor, que alberga los acontecimientos que se celebran en la ciudad, el más espectacular de los cuales es el Aquelarre de Cervera, festividad que pone de manifiesto el vínculo de la villa con las brujas de la Edad Media. Igualmente, la Pasión Medieval de Cervera, otro gran acontecimiento que reúne más de 500 años de historia, sigue siendo la representación que invita al visitante a regresar a la época del medievo.

Gracias a su estilo neoclásico con parte de elementos barrocos y a su paraninfo, la Universidad de Cervera es uno de los edificios más espectaculares y una visita obligada de la ciudad, que también dispone en su término municipal de un total de 16 iglesias de distintos estilos arquitectónicos, desde el románico de la ermita de Sant Pere Gros y la iglesia de Sant Miquel de Tudela hasta el neoclásico de la de Sant Magí, pasando por el gótico de la iglesia de Santa Maria.

Cervera, tierra de cultura y fuego
Cervera, tierra de cultura y fuego

Situada tierra adentro, Cervera ofrece a los visitantes un paseo por su historia. Recorriendo el centro histórico de la capital de la Segarra encontramos edificios y elementos que nos hablan de su esplendoroso pasado con una amalgama de estilos que despiertan el interés de los más curiosos. Una ciudad ideal en la que perderse contemplando las murallas del siglo XIV, visitando la Paeria de estilo barroco o andando por sus calles emblemáticas como la Calle Mayor, con sus casas señoriales, el callejón de las Brujas o la Plaza Mayor, que alberga los acontecimientos que se celebran en la ciudad, el más espectacular de los cuales es el Aquelarre de Cervera, festividad que pone de manifiesto el vínculo de la villa con las brujas de la Edad Media. Igualmente, la Pasión Medieval de Cervera, otro gran acontecimiento que reúne más de 500 años de historia, sigue siendo la representación que invita al visitante a regresar a la época del medievo.

Gracias a su estilo neoclásico con parte de elementos barrocos y a su paraninfo, la Universidad de Cervera es uno de los edificios más espectaculares y una visita obligada de la ciudad, que también dispone en su término municipal de un total de 16 iglesias de distintos estilos arquitectónicos, desde el románico de la ermita de Sant Pere Gros y la iglesia de Sant Miquel de Tudela hasta el neoclásico de la de Sant Magí, pasando por el gótico de la iglesia de Santa Maria.

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Barcelona, ​​destino de festivales

En Barcelona se dan cita a lo largo del año más de 160 festivales que ofrecen las últimas tendencias artísticas en cine, danza, literatura, diseño, arte ... Destacan por la popularidad y proyección internacional el Sonar, el festival de música electrónica , y el Primavera Sound, de música independiente. La agenda anual de festivales musicales incluye, además, muchas otras propuestas interesantes como el festival Barcelona Obertura Spring Festival, en marzo, con conciertos de grandes intérpretes nacionales e internacionales, tanto en los tres auditorios barceloneses como en varios espacios emblemáticos. Durante los meses de junio y julio se celebra el Festival Jardins de Pedralbes, que ofrece un repertorio variado de conciertos al aire libre. Y el Festival Grec, el festival cultural de verano de Barcelona, ​​propone teatro, danza, música y actividades en la calle. El Salón Internacional del Cómic, el segundo más importante del mundo, es un cita ineludible de primavera para los amantes de este género. Y si te gusta el manga, puedes visitar el Salón del Manga de Barcelona, ​​el segundo en el ranking europeo. El Loop Festival está dedicado al vídeo arte. El 48H Open House Barcelona es la cita principal de la ciudad con la arquitectura: más de 200 edificios abren sus puertas durante un fin de semana. El mejor cine independiente internacional contemporáneo se presenta en el Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona-D’A. Y si te gusta el mundo de la música, el festival In-Edit es un referente en las películas de temática musical. Esto es sólo una selección, hay mucho donde elegir: elige tu festival y a disfrutar!

Barcelona, ​​destino de festivales
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Ruta del Císter

Las comarcas del Alt Camp, la Conca de Barberà y el Urgell muestran un paisaje de fértiles tierras que llamó la atención de los monjes cistercienses. En cada una de esas comarcas construyeron un monasterio: Santes Creus, Poblet y Vallbona de les Monges. La Ruta del Císter enlaza los tres en un recorrido circular que sigue el trazado del GR175, apto para recorrer en varias etapas haciendo senderismo (105 kilómetros) o en bicicleta de montaña (108 kilómetros).

Santes Creus fue un centro de poder y gran influencia en la Corona de Aragón. Pere el Gran y Jaume II, junto a su mujer Blanca de Anjou, quisieron ser enterrados en Santes Creus, en dos mausoleos góticos junto al altar mayor. En las visitas guiadas podemos conocer las leyendas medievales vinculadas a este monasterio junto a la ribera del río Gaià.

Poblet, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, está situado en un entorno privilegiado, al pie de las montañas de Prades, con el bosque de Poblet y sus frescos manantiales a un paso. Un paisaje prototipo del jardín mediterráneo, con abundancia de campos de viña, cereal y olivos.

Vallbona de les Monges es el único de los tres monasterios que está rodeado de un casco urbano, fue la concesión que tuvo que hacer la abadesa para sortear la prohibición del Concilio de Trento de que hubiera monasterios femeninos en lugares aislados. Junto a Poblet, son los dos monasterios que siguen habitados en la actualidad.

Ruta del Císter
Ruta del Císter

Las comarcas del Alt Camp, la Conca de Barberà y el Urgell muestran un paisaje de fértiles tierras que llamó la atención de los monjes cistercienses. En cada una de esas comarcas construyeron un monasterio: Santes Creus, Poblet y Vallbona de les Monges. La Ruta del Císter enlaza los tres en un recorrido circular que sigue el trazado del GR175, apto para recorrer en varias etapas haciendo senderismo (105 kilómetros) o en bicicleta de montaña (108 kilómetros).

Santes Creus fue un centro de poder y gran influencia en la Corona de Aragón. Pere el Gran y Jaume II, junto a su mujer Blanca de Anjou, quisieron ser enterrados en Santes Creus, en dos mausoleos góticos junto al altar mayor. En las visitas guiadas podemos conocer las leyendas medievales vinculadas a este monasterio junto a la ribera del río Gaià.

Poblet, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, está situado en un entorno privilegiado, al pie de las montañas de Prades, con el bosque de Poblet y sus frescos manantiales a un paso. Un paisaje prototipo del jardín mediterráneo, con abundancia de campos de viña, cereal y olivos.

Vallbona de les Monges es el único de los tres monasterios que está rodeado de un casco urbano, fue la concesión que tuvo que hacer la abadesa para sortear la prohibición del Concilio de Trento de que hubiera monasterios femeninos en lugares aislados. Junto a Poblet, son los dos monasterios que siguen habitados en la actualidad.

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Cardona y la montaña de sal

El Castillo de Cardona corona el promontorio bajo el que se asienta esta población que vivió su esplendor en la Edad Media gracias al comercio de la sal. Aunque el preciado mineral ya se extraía en el Neolítico, fue la Carta de Población de Cardona, en la que se recoge el derecho perpetuo a explotar la sal, la que acabó de dar el impulso definitivo para que la prosperidad fluyera por sus calles. Las minas volvieron a tener una gran importancia a principios del siglo XX, estando en funcionamiento hasta 1990. Tras su cierre se puso en marcha la creación de un parque cultural que protegiera la antigua explotación minera. Actualmente, es posible conocer el Castillo de Cardona y el Parque Cultural de la Montaña de Sal mediante dos visitas guiadas y dos teatralizadas: La verdadera historia de la Torre de la Minyona y Proyecto Alquimia: el secreto del Liber Salis. En la primera conoceremos los espacios más importantes del viejo castillo condal, como la colegiata de San Vicente y las leyendas surgidas entre sus muros. En la visita a la mina acompañamos a dos científicos exploradores que siguen los pasos de un alquimista del siglo XV. Resulta muy emocionante meterse en la piel de los mineros entrando en el interior de las galerías, a 86 metros de profundidad. Como curiosidad, decir que en Cardona se rodaron algunas de las escenas principales de la película de Orson Welles Campanadas a medianoche.

Cardona y la montaña de sal
Cardona y la montaña de sal

El Castillo de Cardona corona el promontorio bajo el que se asienta esta población que vivió su esplendor en la Edad Media gracias al comercio de la sal. Aunque el preciado mineral ya se extraía en el Neolítico, fue la Carta de Población de Cardona, en la que se recoge el derecho perpetuo a explotar la sal, la que acabó de dar el impulso definitivo para que la prosperidad fluyera por sus calles. Las minas volvieron a tener una gran importancia a principios del siglo XX, estando en funcionamiento hasta 1990. Tras su cierre se puso en marcha la creación de un parque cultural que protegiera la antigua explotación minera. Actualmente, es posible conocer el Castillo de Cardona y el Parque Cultural de la Montaña de Sal mediante dos visitas guiadas y dos teatralizadas: La verdadera historia de la Torre de la Minyona y Proyecto Alquimia: el secreto del Liber Salis. En la primera conoceremos los espacios más importantes del viejo castillo condal, como la colegiata de San Vicente y las leyendas surgidas entre sus muros. En la visita a la mina acompañamos a dos científicos exploradores que siguen los pasos de un alquimista del siglo XV. Resulta muy emocionante meterse en la piel de los mineros entrando en el interior de las galerías, a 86 metros de profundidad. Como curiosidad, decir que en Cardona se rodaron algunas de las escenas principales de la película de Orson Welles Campanadas a medianoche.

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Ciudadela Ibérica de Calafell

En el año 1983, los arqueólogos Joan Santacana y Joan Sanmartí iniciaron las excavaciones de la Ciudadela Ibérica de Calafell, un asentamiento fundado a principios del siglo VI a. C. Se cree que fue el poblado fortificado de un caudillo de la tribu de los cosetanos, los íberos que vivieron en el Camp de Tarragona. Entre 1992 y 1994, el poblado fue reconstruido con técnicas de arqueología experimental y museografía didáctica, siguiendo el ejemplo del yacimiento de Ekertop, en la isla sueca de Öland. Durante la visita podemos subir a las torres y murallas o entrar en las casas, silos y talleres para ver reproducciones de objetos cotidianos y comprobar cómo era un día en la vida de una comunidad íbera. La ciudadela forma parte de la Ruta de los Íberos, un proyecto de turismo cultural impulsado y coordinado por el Museo de Arqueología de Cataluña.

Ciudadela Ibérica de Calafell
Ciudadela Ibérica de Calafell

En el año 1983, los arqueólogos Joan Santacana y Joan Sanmartí iniciaron las excavaciones de la Ciudadela Ibérica de Calafell, un asentamiento fundado a principios del siglo VI a. C. Se cree que fue el poblado fortificado de un caudillo de la tribu de los cosetanos, los íberos que vivieron en el Camp de Tarragona. Entre 1992 y 1994, el poblado fue reconstruido con técnicas de arqueología experimental y museografía didáctica, siguiendo el ejemplo del yacimiento de Ekertop, en la isla sueca de Öland. Durante la visita podemos subir a las torres y murallas o entrar en las casas, silos y talleres para ver reproducciones de objetos cotidianos y comprobar cómo era un día en la vida de una comunidad íbera. La ciudadela forma parte de la Ruta de los Íberos, un proyecto de turismo cultural impulsado y coordinado por el Museo de Arqueología de Cataluña.

En el año 1983, los arqueólogos Joan Santacana y Joan Sanmartí iniciaron las excavaciones de la Ciudadela Ibérica de Calafell,...
Piedra seca – Ruta de la Capona

Hubo un tiempo en que rudas y sabias manos se encargaban de las construcciones rurales, encajando una piedra con otra con maestría, estudiando pesos y medidas porque no se utilizaba ninguna clase de material de unión. Las barracas de piedra seca servían para que el payés se resguardara de la lluvia y guardara las herramientas y el ganado. En plena Ruta del Císter, en la localidad del Pla de Santa Maria, podemos hacer la Ruta de la Capona, con buenos ejemplos de este patrimonio rodeado de campos de cultivo, principalmente viñedos. Es un camino prácticamente plano, de algo más de dos kilómetros, que se puede recorrer a pie o en bicicleta. Además de barracas encontraremos márgenes y construcciones destinadas al aprovechamiento del agua de lluvia. En el año 2018, la Unesco inscribió la arquitectura y cultura de la piedra seca en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Piedra seca – Ruta de la Capona
Piedra seca – Ruta de la Capona

Hubo un tiempo en que rudas y sabias manos se encargaban de las construcciones rurales, encajando una piedra con otra con maestría, estudiando pesos y medidas porque no se utilizaba ninguna clase de material de unión. Las barracas de piedra seca servían para que el payés se resguardara de la lluvia y guardara las herramientas y el ganado. En plena Ruta del Císter, en la localidad del Pla de Santa Maria, podemos hacer la Ruta de la Capona, con buenos ejemplos de este patrimonio rodeado de campos de cultivo, principalmente viñedos. Es un camino prácticamente plano, de algo más de dos kilómetros, que se puede recorrer a pie o en bicicleta. Además de barracas encontraremos márgenes y construcciones destinadas al aprovechamiento del agua de lluvia. En el año 2018, la Unesco inscribió la arquitectura y cultura de la piedra seca en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Hubo un tiempo en que rudas y sabias manos se encargaban de las construcciones rurales, encajando una piedra con otra...
Valls: calçotades y castells

El calçot es una variedad de cebolleta, blanca y dulce, muy típica en tierras catalanas. Aunque originariamente la temporada se reducía a los meses de invierno, la popularización de este producto ha hecho que se pueda comer desde noviembre a la llegada de la primavera, incluso hasta bien entrado el mes de abril. La manera tradicional de cocinar los calçots es asándolos en fuego vivo, preparado con los sarmientos que resultan de podar las viñas. Cuando la parte exterior está negra, los calçots se envuelven en papel de periódico durante algunos minutos para que se terminen de cocer y se conserven calientes. El calçot se come con las manos, tirando de la capa exterior hacia abajo con los dedos y mojándolo en salsa romesco. A continuación se suele servir una buena parrillada de carne. El calçot de Valls está amparado bajo la figura de Indicación Geográfica Protegida. El último domingo de enero se celebra en la localidad la Fiesta de la Calçotada. En el programa destaca el concurso de comer calçots, cuyo récord está en más de trescientas unidades.

 

Valls también es una de las capitales de los castells, allí está prevista la apertura del Museo Casteller de Catalunya. Ha sido proyectado por el arquitecto Dani Freixas, Premio Nacional de Arquitectura, y en sus casi 3.000 metros cuadrados podremos conocer, a través de las tecnologías audiovisuales más avanzadas, la complejidad de la construcción de estas torres humanas que llegan a los diez pisos de altura y el profundo sentimiento con que se viven las diadas entre los integrantes de las collas. Si se tiene la oportunidad de asistir a una jornada en alguna de las plazas castelleras, sin duda será una de las experiencias más emocionantes que se pueden vivir en Catalunya.

Valls: calçotades y castells
Valls: calçotades y castells

El calçot es una variedad de cebolleta, blanca y dulce, muy típica en tierras catalanas. Aunque originariamente la temporada se reducía a los meses de invierno, la popularización de este producto ha hecho que se pueda comer desde noviembre a la llegada de la primavera, incluso hasta bien entrado el mes de abril. La manera tradicional de cocinar los calçots es asándolos en fuego vivo, preparado con los sarmientos que resultan de podar las viñas. Cuando la parte exterior está negra, los calçots se envuelven en papel de periódico durante algunos minutos para que se terminen de cocer y se conserven calientes. El calçot se come con las manos, tirando de la capa exterior hacia abajo con los dedos y mojándolo en salsa romesco. A continuación se suele servir una buena parrillada de carne. El calçot de Valls está amparado bajo la figura de Indicación Geográfica Protegida. El último domingo de enero se celebra en la localidad la Fiesta de la Calçotada. En el programa destaca el concurso de comer calçots, cuyo récord está en más de trescientas unidades.

 

Valls también es una de las capitales de los castells, allí está prevista la apertura del Museo Casteller de Catalunya. Ha sido proyectado por el arquitecto Dani Freixas, Premio Nacional de Arquitectura, y en sus casi 3.000 metros cuadrados podremos conocer, a través de las tecnologías audiovisuales más avanzadas, la complejidad de la construcción de estas torres humanas que llegan a los diez pisos de altura y el profundo sentimiento con que se viven las diadas entre los integrantes de las collas. Si se tiene la oportunidad de asistir a una jornada en alguna de las plazas castelleras, sin duda será una de las experiencias más emocionantes que se pueden vivir en Catalunya.

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