Vemos la salida del sol en Tarragona, ciudad Patrimonio de la Humanidad, desde la barandilla de forja conocida como Balcón del Mediterráneo, uno de esos perfectos amaneceres, con el sol remontando el horizonte marino, que un día vieron los romanos que ocuparon las gradas del anfiteatro que tenemos a nuestros pies; la misma luz cálida que llevó al poeta Florus a decir que Tarraco era la ciudad de la eterna primavera. Nuestra guía nos cuenta que con la piedra de la cantera del Mèdol, situada a las afueras de la ciudad, fueron levantando construcciones como el circo, el pretorio y las murallas que hoy visitamos.