De camino hacia la costa, conduciendo por la Carretera del Vino, hago una parada en el castillo de Olèrdola, un conjunto monumental desde el que se tienen excelentes vistas de la plana del Penedès y del Garraf. Sitges, en la lista de Barrios y Villas Marineras, es una de las localidades más hermosas de la costa catalana. Desde el paseo marítimo subo las escaleras hasta la iglesia de Sant Bartolomeu i Santa Tecla, situada en un pequeño promontorio que ofrece amplias vistas de las playas de Sitges. El paseo por el casco histórico, de calles encaladas y frescas, me lleva hasta el museo Maricel, con una notable colección artística. Al salir, no dudo en probar uno de los vinos más curiosos de los que se producen en Catalunya, uno dulce hecho con malvasía que se sigue elaborando gracias a la Fundación del Hospital San Juan Bautista.

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