Tras comprar un poco del tradicional mató, un requesón que está delicioso combinado con miel, en las tiendas que hay alrededor de la plaza del santuario, hago la bajada de la montaña en el Aeri, el teleférico que sobrevuela el valle del Llobregat. Toca recuperar el coche para recorrer la carretera que cruza el Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac. Aunque me llama la atención la opción de acercarme a Sant Fruitós de Bages para hacer un salto en tándem, un minuto de caída libre desde los 4.000 metros de altura, decido aplazarlo para cuando vuelva en compañía y poder compartir la aventura.