Conducimos a través de los viñedos de la D.O. Empordà, que se extienden desde las montañas de los Pirineos hasta las playas del Mediterráneo, para llegar al monasterio de Sant Pere de Rodes. La guía nos cuenta simpáticas anécdotas sobre el cultivo del vino por parte de los monjes mientras visitamos la iglesia, los dos claustros y la bodega. Acabamos la visita en el mirador del bar, con vistas de pájaro sobre el Port de la Selva y una degustación de ese vino tocado por la Tramuntana. Por las hermosas carreteras que cruzan el Parque Natural del Cap de Creus llegamos hasta la casa de Dalí en Portlligat, enclavada entre un blanco caserío al pie de una cala donde descansan pequeñas barcas de pescadores. Esta casa, que Dalí convirtió en taller, fue punto de encuentro de numerosos artistas e intelectuales de su época, como sus amigos el cineasta Buñuel y el poeta García Lorca. Decidimos parar a comer en Cadaqués, uno de esos pueblos de postal perfecta del litoral catalán. Su casco antiguo de estrechas y ascendentes callejuelas es una invitación al paseo calmado con el rumor del mar como compañía.