Empiezo la mañana en la ribera del río Gaià, ante la puerta de Santes Creus, uno de los grandes monasterios catalanes. Al contrario que los otros dos monasterios de la Ruta del Císter, hoy habitados de nuevo, Santes Creus quedó despoblado tras la desamortización de Mendizábal. Fue el lugar de reposo escogido por dos reyes catalanes, en su interior podemos ver los impresionantes sepulcros reales y un notable conjunto de vidrieras.

En la cercana localidad de Cabra del Camp realizo una actividad de marcha nórdica entre viñedos y campos de cereal. La suave brisa que mece los cultivos y la agradable temperatura invitan a la introspección, un momento íntimo que me conecta con las bondades del paisaje mediterráneo. La actividad finaliza con la degustación de un vino de la D.O. Tarragona y del aceite de la D.O. P. Siurana.