Desde Ripoll subimos hasta la población de Ribes de Freser donde cambiamos el coche por un tren cremallera que, tras superar mil metros de desnivel, nos deja en la cabecera de la Vall de Núria. La estampa desde aquí es digna de una pintura al óleo: arboledas, prados verdes y un santuario que se ve pequeño con el telón de fondo de las cumbres pirenaicas. Desde el santuario de Núria parten varias rutas sencillas, en las que es fácil encontrarse con rebecos y marmotas. Una parte del grupo se decanta por una pequeña excursión guiada y la otra por el paseo a caballo hasta el bosque de Verge. Para otro momento, con más tiempo, queda el reto de ascender al Puigmal, una emblemática montaña de 2.913 metros de altitud que ejerce de frontera natural con Francia.