Cataluña es un país hecho de recetas. Los productos de su despensa son el reflejo de una geografía diversa, del esfuerzo de payeses, ganaderos y pescadores, del compromiso de los viticultores con el paisaje. En este viaje en coche por la gastronomía de Cataluña nos encontramos con productos singulares, sabores populares y cocina de vanguardia, animados mercados y fiestas gastronómicas. Bodegas, almazaras y molinos abren sus puertas en las rutas del vino y del aceite; huertas y granjas invitan a participar en sus quehaceres diarios. Todos, desde grandes productores y cocineros reconocidos en todo el mundo hasta pequeños artesanos, trabajando con respeto por la naturaleza, la conservación del territorio y la protección de la biodiversidad. Una ruta para la que no hace falta mapa, tan solo dejarse guiar por los aromas y saborear cada kilómetro. Cataluña apetece.
En Cataluña, comer y beber son actos que han trascendido su función más básica y forman parte indisoluble de su cultura. Esto se refleja en un calendario cargado de eventos gastronómicos durante todo el año, ferias, fiestas y jornadas que añaden el componente lúdico al mundo de la cocina y el vino: la gastronomía como gran motivo para celebrar la vida. Además, los mercados semanales que encontramos por todo el país son excelentes lugares donde tomarle el pulso a pueblos y ciudades, muchos de ellos con paradas de payeses a quienes comprar productos de manera directa. Las jornadas dedicadas al producto, las fiestas y las ferias incorporan la música, el arte, el teatro o la literatura a la oferta gastronómica. El vino cuenta con sus propias citas, desde las fiestas del vino joven hasta consolidadas ferias en las que descubrir las singularidades de cada región vinícola y comprobar el excelente momento del sector vitivinícola catalán.
En Cataluña, comer y beber son actos que han trascendido su función más básica y forman parte indisoluble de su cultura. Esto se refleja en un calendario cargado de eventos gastronómicos durante todo el año, ferias, fiestas y jornadas que añaden el componente lúdico al mundo de la cocina y el vino: la gastronomía como gran motivo para celebrar la vida. Además, los mercados semanales que encontramos por todo el país son excelentes lugares donde tomarle el pulso a pueblos y ciudades, muchos de ellos con paradas de payeses a quienes comprar productos de manera directa. Las jornadas dedicadas al producto, las fiestas y las ferias incorporan la música, el arte, el teatro o la literatura a la oferta gastronómica. El vino cuenta con sus propias citas, desde las fiestas del vino joven hasta consolidadas ferias en las que descubrir las singularidades de cada región vinícola y comprobar el excelente momento del sector vitivinícola catalán.