Los romanos ya aprovecharon la idoneidad del territorio de Catalunya para el cultivo de la vid. A lo largo de los años, los viñedos han vivido guerras, saqueos y la terrible filoxera, que supuso un duro varapalo para la economía agraria catalana. Pero la tenacidad de unos cuantos payeses, el buen hacer y la tradición, consiguieron que la viña siguiera siendo un elemento consustancial al paisaje de estas tierras. En Catalunya se produce vino bajo doce denominaciones de origen de vino y cava. El vino espumoso, etiquetado bajo la D. O. Cava, se elabora siguiendo el antiguo método champenoise y el epicentro de su producción es Sant Sadurní d’Anoia, donde unas ochenta casas productoras elaboran más del 90 % del cava del Estado. La población cuenta con el Centro de Interpretación del Cava y con unas fiestas patronales que se dedican a la filoxera. Parte de la D. O. Cava comparte territorio con la D. O. Penedès, que es la que cuenta con un mayor número de hectáreas productivas. En su capital, Vilafranca del Penedès, podemos visitar el museo del vino Vinseum, ubicado justo enfrente de la basílica de Santa María. Hay otras dos denominaciones de origen más en la provincia de Barcelona: a los pies de la montaña de Montserrat se extiende la D. O. Pla de Bages, donde elaboran vinos de la variedad autóctona picapoll, y la D. O. Alella, a un paso de la ciudad de Barcelona, donde además de cava se elaboran excelentes vinos blancos de la variedad pansa blanca. En Teià se puede visitar la bodega romana de Vallmora. En la provincia de Girona, la tramuntana da carácter a los vinos de la D. O. Empordà, cuyos viñedos tapizan las suaves colinas de la Costa Brava. Los griegos introdujeron la viticultura en esta costa a través de Empúries, tradición que siguieron, en la Edad Media, los monjes del monasterio de Sant Pere de Rodes. En las comarcas de Lleida el vino lleva el nombre del río que baña sus tierras, D. O. Costers del Segre. La altitud de sus campos de viñas, situados entre los 200 y los 400 metros, da personalidad a unos blancos que se elaboran con las variedades macabeu y parellada. En esta zona se puede seguir la Ruta del Vino de Lleida. Tarragona es la provincia que cuenta con más denominaciones de origen. La D. O. Tarragona es herencia de la Tarraco romana que hoy es Patrimonio de la Humanidad; en la D. O. Conca de Barberà, con sus viñedos en una planicie protegida por la sierra de Prades, predomina la variedad autóctona trepat. Las D. O. Montsant y D. O. Q. Priorat se reparten el territorio agreste y montañoso del interior de la provincia. Muchos de sus productores son pequeñas familias que llevan varias generaciones dedicadas a esta viticultura heroica, pero también hay bodegueros jóvenes con nuevas y exitosas propuestas. En la cooperativa de Falset organizan visitas teatralizadas que cuentan la historia de la elaboración del vino y el cooperativismo en estas tierras. En el territorio de la D. O. Terra Alta, entre el río Ebro y Aragón, podemos visitar dos de las Catedrales del Vino más impresionantes, las de Pinell de Brai y Gandesa. La D. O. Catalunya abarca viñedos de la mayoría de los municipios productores de vino. Todas estas denominaciones de origen cuentan con una amplia oferta enoturística, con catas en las bodegas, comidas campestres, paseos en bicicleta por los viñedos, hoteles temáticos y spas con carta de tratamientos especializados en vinoterapia, entre otras interesantes propuestas.