El día arranca con un copioso desayuno, en el que no faltan el pa amb tomàquet, el aceite de oliva de la D.O.P. Les Garrigues, los embutidos y esas peras que en Lleida tienen Denominación de Origen Protegida, y un paseo por los alrededores de la Seu Vella, un templo con un magnífico cimborrio y un campanario octogonal de sesenta metros de altura, desde donde se tiene una amplia panorámica de la ciudad y de las tierras que la rodean. La Seu forma parte, junto al Castillo del Rey o Suda, de un conjunto monumental que ayuda a entender la historia de la ciudad. Esta es tierra de campos que se extienden hasta el horizonte; todo un vergel de frutas y hortalizas que acabarán en las recetas de muchos platos de la gastronomía leridana. En esas llanuras fértiles que rodean Lleida, Ciudad y Villa con Carácter, visitamos el castillo de Gardeny, que en el siglo XII alojó a los soldados templarios asentados en esta zona. Una de las actividades que se pueden hacer en el castillo es la de meterse en la piel de un templario por un día.