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Buenos quesos
Después de las emociones, la visita a algunos artesanos del queso de montaña nos devuelve las pulsaciones a su ritmo habitual. Nos apuntamos a conocer el proceso de elaboración y a degustar los manjares de unas queserías cuyos quesos han obtenido prestigiosos galardones como el World Cheese Award. Antes de terminar nuestro día en El Pallars Sobirà, nos desviamos unos kilómetros para acercarnos a la pintoresca localidad de Gerri de la Sal, donde visitamos su casco antiguo amurallado, un monasterio del siglo XI, un puente medieval y unas salinas con su Real Alfolí, monumentos catalogados como Bien Cultural de Interés Nacional.
La Garrotxa en globo
Suena el despertador antes de que amanezca. El madrugón está más que justificado porque hemos reservado un vuelo en globo aerostático sobre el Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, un lugar único en la península, de excepcional valor paisajístico y densos bosques de encinas, robles y hayas. Una parte del grupo decide conocer los volcanes desde el suelo y se va a recorrer en bicicleta uno de los tramos de la Vía Verde del Carrilet de Olot. Los que vamos a subir al globo estamos citados a poco más de cinco kilómetros al sur de Olot. La experiencia empieza con el montaje de los instrumentos y el inflado del globo. Los primeros rayos de sol dan el pistoletazo de salida de esta aventura que tiene mucho de silencio y contemplación. A nuestros pies los volcanes de Santa Margarida y el Croscat; más allá los Pirineos cubiertos de niebla. Es imposible registrar tanta belleza en las dos dimensiones de una fotografía, esto hay que vivirlo. Aunque los volcanes también se pueden recorrer a pie, nada iguala la visión que se tiene desde el cielo.
Vía Verde
Desde Horta de Sant Joan accedemos a la Vía Verde de la Val de Zafán, un itinerario cicloturista, con muy poco desnivel, que permite llegar hasta Sant Carles de la Ràpita, en su trazado original, o hasta el delta si en Tortosa conectamos con el GR-99. Esta variante permite disfrutar del cambiante paisaje de las Terres de l’Ebre, desde el macizo del Parque Natural de Els Ports, en la parte norte, pasando por el cauce del río Canaletes y espectaculares viaductos, hasta llegar a las planicies del delta y la costa. La facilidad del servicio de alquiler de bicicletas con recogida en un punto acordado nos lleva a decidir pedalear por uno de los tramos de la Vía Verde, en dirección a Bot. Al llegar a esta pequeña localidad hacemos una parada en un antiguo ferrobús de origen alemán reconvertido en bar.
El viñedo del Priorat
Hemos entrado en la comarca del Priorat, tierra de los vinos de la D. O. Montsant y la D. O. Q. Priorat, conduciendo por una carretera con vistas al Montsant. La primera luz del día tiñe de tonos rojizos la cresta de ese macizo de conglomerado. En el Priorat se pueden hacer muchas actividades para descubrir el apasionante mundo del vino y su cultura, nosotros decidimos empezar por la parte histórica y paramos en la cooperativa de Falset-Marçà, otra de las bodegas de arquitectura modernista junto a las visitadas el día anterior. Cuando estábamos esperando a que apareciera el guía para dar comienzo a la visita, se presentó Blai, un supuesto trabajador que nos fue explicando, en clave de humor, el proceso de elaboración del vino. Desde Falset iniciamos un recorrido por una de las carreteras más espectaculares de las comarcas de la Costa Daurada, con vistas al viñedo del Priorat dispuesto en terrazas y a los pueblos de Gratallops, La Vilella Alta o La Vilella Baixa, entre otros. Quedan pendientes para otro viaje algunos pueblos que por sí solos merecen una visita y que hacen necesario un pequeño desvío de la ruta, como Porrera, Torroja del Priorat o Cabacés.
Hacia el litoral
Hoy descendemos desde las montañas, pasando por la comarca del Vallès Oriental hasta llegar a las playas de fina arena del litoral del Maresme. Ya en el mar, desde el faro de Calella vemos una parte de esa costa que hoy vamos a recorrer. Empezamos por una de las dos Villas Marineras de la comarca, Sant Pol de Mar, caminando por sus callejuelas hasta llegar a la playa urbana de Les Escaletes, donde sentadas en la arena dejamos que el tiempo pase mientras contemplamos un mar totalmente en calma.
El legado judío
Desde Banyoles, la carretera discurre entre pinares hasta la noble villa de Besalú, donde vemos el magnífico puente románico sobre el río Fluvià, uno los emblemas de la Catalunya medieval. El núcleo histórico y el call jueu, el barrio sefardita del siglo XIII que todavía conserva su sinagoga y su micvé, están en un extraordinario estado de preservación. Por la tarde continuamos nuestra ruta hasta Figueres, la ciudad natal del genio Salvador Dalí. Cenamos en una de las terrazas de la Rambla en cuyas cafeterías pasó largas horas dibujando el Dalí adolescente. En una de ellas, el café Emporium, el pintor surrealista y su amigo Luís Buñuel escribieron el guion del cortometraje Un Perro Andaluz.
Amanecer en Tarraco
Vemos la salida del sol en Tarragona, ciudad Patrimonio de la Humanidad, desde la barandilla de forja conocida como Balcón del Mediterráneo, uno de esos perfectos amaneceres, con el sol remontando el horizonte marino, que un día vieron los romanos que ocuparon las gradas del anfiteatro que tenemos a nuestros pies; la misma luz cálida que llevó al poeta Florus a decir que Tarraco era la ciudad de la eterna primavera. Nuestra guía nos cuenta que con la piedra de la cantera del Mèdol, situada a las afueras de la ciudad, fueron levantando construcciones como el circo, el pretorio y las murallas que hoy visitamos.
De nuevo hacia el mar
Hermosas carreteras comarcales rodeadas de viñedos me llevan hasta Montferri. En una pequeña atalaya se levanta un santuario obra de Josep Maria Jujol, colaborador de Gaudí. La planta del santuario tiene forma de barco orientado a las montañas de Montserrat, en cuyas formaciones rocosas se inspira. Me acerco de nuevo a la costa pasando junto a Altafulla, una localidad con un buen casco histórico, conocido como Vila Closa, y un barrio marítimo, Les Botigues, que todavía conserva el sabor marinero de antaño. Al llegar a Tarragona me voy a recorrer el barrio de la Part Alta y entro en la Casa Castellarnau, un valioso ejemplo de arquitectura burguesa entre las casas nobles que encontramos en la calle Cavallers.
Dirección a Montblanc
La ruta continúa hacia Montblanc pasando por Prades, otro Pueblo con Encanto. La localidad, rodeada de un entorno natural de gran valor, es también conocida como la Villa Roja por el característico color de la piedra de muchas de sus edificaciones. Tomando un pequeño desvío, apenas siete kilómetros desde Prades, podemos visitar Capafonts, donde realizan una interesante actividad que consiste en hacer de pastor por algunas horas y aprender a elaborar queso.
Bages
Paso la tarde con varias visitas: las tinas de la Vall del Montcau, unas enormes construcciones de piedra seca en las que se elaboraba el vino a pie de viña cuando la comarca del Bages fue una de las mayores productoras de Catalunya; la localidad de Mura, Pueblo con Encanto que conserva un espectacular núcleo medieval entre sus calles de empedrado y un interesante molino con más de mil años de historia; y el cercano monasterio de Sant Benet de Bages, un conjunto monástico medieval en excelente estado de conservación en el que cuentan cómo se desarrolló la vida monástica entre las paredes de la iglesia, el claustro y las celdas. El complejo ha incorporado un moderno e innovador centro de investigación culinaria, la fundación Alícia, que promueve las bondades de la alimentación saludable; tres restaurantes y una tienda de productos agroalimentarios ecológicos.
Continúo la ruta hacia los alrededores de Solsona, en la provincia de Lleida, donde he reservado noche en una antigua masía situada en la Vall de Lord.
Barrio Gótico
Vuelvo a las vistas al mar, subiendo al mirador de Colón en el ascensor instalado en el interior de la columna del monumento. La visita se complementa, una vez de vuelta a pie de calle, con una degustación de cuatro vinos de denominaciones de origen catalanas: Alella, Pla de Bages, Catalunya y Penedès. Con el encendido de las primeras luces artificiales da inicio el recorrido nocturno por Ciutat Vella y el barrio Gótico, visitando Santa María del Pi, la Catedral y coquetas plazas como la de Sant Felip Neri, un lugar que nos habla de la Barcelona de los gremios y que todavía muestra las trágicas huellas de la Guerra Civil en alguna de sus paredes.
Manzanas de Girona
Como estamos en tierras de la I. G. P. Manzana de Girona, seguimos hasta Palau Sator para visitar una sidrería en la que compramos diferentes productos derivados de esas manzanas. No solo el más obvio, la sidra, también zumos, confituras y vinagre. La ruta se acerca de nuevo a la costa, a las calas de Begur, otra de las localidades incluida en la marca Barrios y Villas Marineras. Nadie plasmó mejor las comarcas del Empordà que el escritor Josep Pla. Si nos interesa su literatura y sus paisajes es recomendable acercarse hasta Palafrugell, donde está la fundación de Josep Pla, y a Calella de Palafrugell, Pueblo con Encanto, para recorrer los paisajes de infancia del escritor, que pasó los veranos en la casa familiar de la playa del Canadell.
Vinos de Alella
Antes de seguir rumbo a Barcelona, donde tenemos previsto pasar la noche, paramos en Alella para hacer una visita a una bodega, donde abrimos un cava rosado ecológico que combina a la perfección con las fresas de Vallalta. Los vinos de Alella, citados por Plinio como vinos layetanos en época romana, salen de pequeños viñedos que miran al mar. Otras dos visitas interesantes en la zona son el circuito Barcelona-Catalunya, que ofrece diversas experiencias relacionadas con la conducción a alta velocidad y es la sede de una de las pruebas más importantes del mundial de motociclismo, y la Roca Village, que cuenta con más de 140 boutiques al aire libre de firmas de lujo nacionales e internacionales con descuentos de hasta el 60% sobre el precio original, durante todo el año, y a solo 40 minutos de Barcelona. Entramos en Barcelona, punto final de este tramo del Grand Tour de Catalunya.
Kayak fluvial
Desde que llegamos a Terres de l’Ebre hemos tenido la compañía del río Ebro, había llegado el momento de meternos en el agua para recorrer uno de sus tramos en kayak. El sonido del remo y el canto de las aves son la banda sonora de un trayecto tranquilo que nos lleva hasta la espectacular población de Miravet, con sus casas y el castillo templario asomándose al río. En la localidad, además de visitar el castillo, podemos participar en un taller de cerámica para conocer su tradición alfarera. Tras la navegación, ponemos rumbo al Priorat. Entre las localidades de Móra d’Ebre y Móra la Nova hacemos un pequeño desvío, apenas diez minutos, para subir al poblado ibérico de Castellet de Banyoles, desde donde se divisa un meandro del Ebro y las huertas de la Ribera d’Ebre. La vista es especialmente hermosa durante los meses de floración de los árboles. La explosión de color comienza a principios de febrero con los almendros y se extiende hasta abril con cerezos y melocotoneros.
Tossa de Mar
Circulamos en paralelo a la costa hasta nuestra siguiente parada, Tossa de Mar, dejando al norte el macizo de Les Gavarres, de cuyos bosques de encinas y alcornoques sale una importante producción de tapones de corcho. Tomamos el primer café del día con vistas a la muralla de Tossa de Mar. Por el barrio de pescadores de Sa Roqueta llegamos hasta el Portal, el acceso a la Vila Vella donde hemos quedado para empezar una visita guiada que incluye la entrada al Museo Municipal para ver una obra de Marc Chagall. Tras el paseo por la parte más antigua de esta localidad fortificada, decidimos seguir el tramo del Camino de Ronda que va hasta cala Giverola para asomarnos al mirador de Sant Jaume, un balcón con espectaculares vistas de los acantilados y de la población con su castillo.
En bicicleta
La vista desde la azotea del hotel, donde tengo preparado el desayuno, me ofrece una panorámica de 360 grados sobre Barcelona, desde la ciudad que mira al mar hasta la que se apoya en las montañas. Tengo la playa a los pies, al fondo asoma la Sagrada Familia y los modernos edificios de la Villa Olímpica y la torre Glòries, iconos arquitectónicos del perfil de la capital catalana. El cielo, como durante más de 300 días al año, está despejado; una invitación a recorrer las calles de la ciudad en bicicleta. La ruta escogida me lleva a pedalear, con una curiosa bicicleta ecológica de bambú, para llegar hasta varios buenos murales de arte urbano.
Pueblos de la Val d’Aran
Hemos visto que la Val d’Aran es un lugar de profundas supersticiones, de fiestas de fuego que son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y de artesanos que pasan las horas confeccionando cerámica, forja y embutidos como el fuet, que aquí se conoce como langoisa seca. El día empieza con las visitas a las localidades de Arties, con notables casas renacentistas en su casco antiguo, y de Salardú, donde vemos una de las joyas del románico aranés, Sant Andrèu, iglesia con una torre octogonal, destacados frescos murales y su Cristo de madera. También es posible hacer el recorrido entre Arties y Salardú en E-BTT, bicicleta eléctrica de montaña. Hay otras opciones para ir al encuentro de la idiosincrasia del valle, como los cercanos pueblos de Escunhau, Bagergue o Tredós, pero creemos que los paisajes de la zona son una invitación a recorrerlos a pie, pausadamente, así que optamos por hacer otra sencilla excursión. Si se busca un poco más de relax, se puede optar por la visita a los Banhs de Tredòs, el establecimiento termal a más altitud de Europa, con una situación privilegiada en plena naturaleza.
Vall de Núria
Desde Ripoll subimos hasta la población de Ribes de Freser donde cambiamos el coche por un tren cremallera que, tras superar mil metros de desnivel, nos deja en la cabecera de la Vall de Núria. La estampa desde aquí es digna de una pintura al óleo: arboledas, prados verdes y un santuario que se ve pequeño con el telón de fondo de las cumbres pirenaicas. Desde el santuario de Núria parten varias rutas sencillas, en las que es fácil encontrarse con rebecos y marmotas. Una parte del grupo se decanta por una pequeña excursión guiada y la otra por el paseo a caballo hasta el bosque de Verge. Para otro momento, con más tiempo, queda el reto de ascender al Puigmal, una emblemática montaña de 2.913 metros de altitud que ejerce de frontera natural con Francia.
Val d’Aran
Amanece en la Val d’Aran. La orientación atlántica de este valle, con casi un tercio de su territorio por encima de los 2.000 metros, marca el clima y la tipología de las especies de sus bosques, diferentes a las que encontramos en otras partes de los Pirineos. Pronto comprobamos que en este lugar las cosas son sensiblemente diferentes a lo que hemos visto hasta ahora. En Vielha, capital de la Val d’Aran, un cartel que anuncia una feria de artesanía hèt a man, hèt aciu (hecho a mano, hecho aquí) nos recuerda que, para empezar, aquí se habla otra lengua, el aranés. La arquitectura también es peculiar, con pueblos de piedra que crecieron alrededor de una iglesia y otros colgados de las laderas de las montañas, con amplias vistas sobre el valle.
Un hermoso amanecer
Ha sido un acierto pernoctar en Montserrat, dedico el inicio de la mañana a hacer una sencilla ruta por el entorno del Parque Natural de Montserrat, recorrido que invita al paseo calmado y a la meditación mientras los primeros rayos de sol van pintando de rojo las puntas de las rocas más emblemáticas, como el Cavall Bernat, el Serrat del Moro y La Palomera. Si la visita coincide con el horario de actuación de la Escolania, una de las escuelas de música más antiguas de Europa, merece la pena entrar a la basílica para escuchar cómo entonan el Virolai, canción que también es conocida como Rosa d’abril y está dedicada a La Moreneta.
La capital del río Ter
La carretera entre Rupit y Manlleu cruza el Collsacabra, nos desviamos apenas diez kilómetros para llegar hasta Tavertet y hacer una sencilla excursión que nos permite tener espectaculares vistas de los riscos que toman el nombre del pueblo y del pantano de Sau, un embalse del río Ter, al pie de la sierra de las Guilleries, rodeado de bosques de pinos exóticos y abetos. Ya en Manlleu, ciudad marcada por el río Ter tanto a nivel de orografía como de pasado industrial, asistimos a una interesante visita teatralizada. Assumpta, uno de los “Espíritus del Ter”, nos cuenta la importancia que tuvieron las colonias industriales que se establecieron a lo largo del río para el desarrollo de Catalunya, principalmente relacionadas con los trabajos de transformación del algodón en hilo para servir a las industrias textiles.
Durmiendo bajo las estrellas
Conducimos hasta la cercanías de Banyoles, en los alrededores del lago hay diversas opciones de camping y nosotros optamos por el glamping. Nuestras habitaciones son unas curiosas burbujas transparentes ubicadas en plena naturaleza que nos permiten contemplar el cielo estrellado desde la cama.
Un paseo por Tortosa
En las cercanías del Delta de l’Ebre podemos hacer otras atractivas visitas. Es un territorio con muestras muy antiguas de la presencia humana, como las pinturas rupestres que forman parte del arco mediterráneo declarado Patrimonio de la Humanidad, o los olivos milenarios, ambos testimonios entre Ulldecona y La Sénia. En la parte más cercana al mar, Sant Carles de la Ràpita dispone de un amplio abanico de actividades náuticas y las playas naturales del delta son una invitación a la relajación y el descanso. No obstante, nosotros optamos por seguir ruta hasta la monumental Tortosa, integrante de la marca Ciudad y Villa con Carácter; el castillo, la catedral y los restos de la judería bien lo merecen. En el Mercado Municipal modernista encontramos productos típicos de Terres de l’Ebre y algunas barras donde degustarlos. Salimos de allí con una bolsa de los tradicionales pastissets de cabello de ángel.
Sant Pere de Rodes
Conducimos a través de los viñedos de la D.O. Empordà, que se extienden desde las montañas de los Pirineos hasta las playas del Mediterráneo, para llegar al monasterio de Sant Pere de Rodes. La guía nos cuenta simpáticas anécdotas sobre el cultivo del vino por parte de los monjes mientras visitamos la iglesia, los dos claustros y la bodega. Acabamos la visita en el mirador del bar, con vistas de pájaro sobre el Port de la Selva y una degustación de ese vino tocado por la Tramuntana. Por las hermosas carreteras que cruzan el Parque Natural del Cap de Creus llegamos hasta la casa de Dalí en Portlligat, enclavada entre un blanco caserío al pie de una cala donde descansan pequeñas barcas de pescadores. Esta casa, que Dalí convirtió en taller, fue punto de encuentro de numerosos artistas e intelectuales de su época, como sus amigos el cineasta Buñuel y el poeta García Lorca. Decidimos parar a comer en Cadaqués, uno de esos pueblos de postal perfecta del litoral catalán. Su casco antiguo de estrechas y ascendentes callejuelas es una invitación al paseo calmado con el rumor del mar como compañía.
Mató y carretera
Tras comprar un poco del tradicional mató, un requesón que está delicioso combinado con miel, en las tiendas que hay alrededor de la plaza del santuario, hago la bajada de la montaña en el Aeri, el teleférico que sobrevuela el valle del Llobregat. Toca recuperar el coche para recorrer la carretera que cruza el Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac. Aunque me llama la atención la opción de acercarme a Sant Fruitós de Bages para hacer un salto en tándem, un minuto de caída libre desde los 4.000 metros de altura, decido aplazarlo para cuando vuelva en compañía y poder compartir la aventura.
Un cielo Starlight
Antes de que acabe el día, merece mucho la pena retroceder algunos kilómetros en la ruta para llegar a Àger y conocer otro de los grandes espectáculos de la naturaleza: la noche estrellada. Las montañas del Montsec, zona declarada Destino Turístico y Reserva Starlight, acogen el Centro de Observación del Universo, donde grandes y pequeños aprendemos un poco más sobre los misterios del cosmos. Tras un día intenso y lleno de emociones ponemos rumbo a La Pobla de Segur, punto final del histórico Tren de los Lagos, un recorrido con espectaculares vistas panorámicas.
Caminando por Aigüestortes
La Vall de Boí, acreditada con la marca Naturaleza y Montaña en Familia, es un paraíso para los amantes del senderismo con recorridos adaptados a todos los niveles, desde los de dificultad baja ideales para hacer con niños hasta rutas más exigentes para senderistas experimentados. Nosotros escogemos subir hasta el Planell d’Aigüestortes desde Boí, en un taxi 4x4, para iniciar una suave excursión que nos llevará hasta el Estany Llong. La senda que sube hasta el collado de Rus es el camino histórico que usaban los habitantes de la Vall de Boí para ir a Barcelona antes de que se construyeran las carreteras. El mismo sendero, pero en sentido contrario y a lomos de un burro, era muy transitado por la burguesía catalana que se desplazaba desde la ciudad condal para visitar los baños termales de Caldes de Boí. Después de la caminata el hambre aprieta, por suerte la Vall de Boí es un lugar idóneo para probar la contundente gastronomía pirenaica: setas, quesos de pastor y una carne que en los restaurantes de la zona sirven cocinada a la llosa.
El Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici tiene tres entradas. Una es la de Boí y Espot, los pueblos donde están las sedes principales y por donde se ha de entrar para visitar los lugares más conocidos, como Aigüestortes y el lago de Sant Maurici. Existe una segunda entrada, a través de los pueblos de Sort y Llessui, donde hay un centro de información del parque. Y la tercera es la de Pont de Suert y Senet, donde también hay un centro de información del parque.
Buena vida en Tarragona
En la puerta de la Catedral me espera el guía que me va a llevar por los diferentes espacios: nave, claustro y ascenso al campanario, una visita con más intrigas, traiciones, luchas, pactos y secretos que la mejor de las series. Al caer la noche, con todo el patrimonio romano iluminado, cojo mesa en un restaurante con poco más de media docena de mesas y la cocina abierta, donde me dejo recomendar por unos jóvenes cocineros muy comprometidos con la cocina de productos de cercanía, en la que no faltan los buenos pescados que llegan directos de la Lonja de Tarragona y los vinos naturales.
Camino a La Garrotxa
Para los amantes del golf, está la opción de visitar el PGA Catalunya Resort, con un campo de golf en un paisaje de gran belleza, pero nosotras optamos por conducir por las carreteras que entran a la Garrotxa por el sur, una comarca marcada por sus paisajes de volcanes y coladas de lava. Nos quedamos a pasar la tarde en Hostalets d’en Bas, uno de los hermosos pueblos de la Vall d’en Bas. Este municipio, que agrupa a varias pequeñas localidades, es la cuna del río Fluvià, cuya desembocadura habíamos cruzado un par de días antes al pasar por la bahía de Roses.
La fauna pirenaica
Los bosques en esta parte de los Pirineos son el hábitat de marmotas y grandes cérvidos. Cuando llega el otoño, el espectáculo de la berrea de los ciervos pone la banda sonora a esos bosques. A lo largo de nuestra caminata sabemos que los animales están ahí, pero son difíciles de ver, así que por la tarde optamos por visitar Aranpark, en Bossòst, un pueblo de arquitectura típica aranesa. En este parque de fauna, tanto niños como mayores nos asombramos ante la imponente presencia de los osos pardos, los linces y los lobos grises. Para cerrar el día volvemos a Vielha. Si la visita coincide en martes, podemos participar en algo que ya es toda una institución en este valle, el Pintxo Pote. Por el casco antiguo, una ruta lleva de bar en bar para disfrutar de la gastronomía en miniatura.
Galletas de Camprodon
Regresamos a Ribes de Freser en el tren cremallera y retomamos la ruta hasta Camprodon, donde pasamos por su puente medieval y compramos varias cajas de las afamadas galletas artesanas. Entre Camprodon y Olot la carretera pasa por preciosos pueblos, si se dispone de tiempo cada uno de ellos merece una parada: Beget, Pueblo con Encanto, Sant Joan de les Fonts, con su puente medieval, y Castellfollit de la Roca, colgado de una pared basáltica que emerge del paisaje como si de la proa de un barco se tratara. Después de un completo día, nos dirigimos a una de las numerosas masías típicas catalanas, convertidas en alojamiento, que podemos encontrar en los alrededores de Olot.
Modernismo en el Maresme
Continuamos hasta la Casa-Museo de Domènech i Montaner, uno de los grandes arquitectos modernistas, en Canet de Mar. Es una maravilla ver las maquetas de algunas de sus obras más emblemáticas, como el Palau de la Música o el Hospital de Sant Pau. En uno de los cafés del pueblo probamos las vidrieras modernistas, unas curiosas pastas de té que nacieron a iniciativa de los pasteleros locales. Seguimos hasta Arenys de Mar, la otra Villa Marinera del Maresme. En su puerto pesquero, entre los más importantes de Catalunya, se celebra todas las tardes una pintoresca subasta en la que podemos ver las apreciadas gambas que luego formarán parte de la carta de importantes restaurantes. En Arenys de Mar nos acercamos a una curiosa forma de modernismo, la del cementerio de Sinera, lugar que Salvador Espriu elevó a la categoría de poesía. Si se busca otra perspectiva de la localidad, desde el puerto parten embarcaciones que realizan rutas guiadas por el entorno natural para disfrutar del paisaje, del fondo marino y de las aves pelágicas. También hay la posibilidad de hacer la navegación nocturna, para observar las estrellas y escuchar historias mitológicas.
La historia de los empresarios que hicieron fortuna con la industria textil, como vimos en la visita a las colonias del Ter, se ve reflejada en casas como la Coll i Regàs de Mataró, nuestra siguiente parada. En la capital comarcal también visitamos la Nau Gaudí, la primera obra del arquitecto hoy convertida en museo de arte contemporáneo. Dedicamos una parte de la tarde a ir de compras, sin olvidarnos de algunas cajas de neules, un postre crujiente típico de las fiestas navideñas, tanto de las clásicas como las rellenas de crema catalana y de catanias.
Degustación de ostras
En el puerto de L’Ampolla nos espera una embarcación para navegar por la bahía del Fangar y hacer una degustación de mejillones y ostras de la manera más fresca posible, recién sacados de las mejilloneras donde se cultivan. Para pasar la noche escogemos una antigua barraca, la casa tradicional de los arrozales, reacondicionada como alojamiento. Al atardecer, con una copa de vino de la garnacha blanca que tan buenos resultados da en la Terra Alta y los campos de arroz inundados como espejo, disfrutamos de una de las mejores puestas de sol que hemos visto.
Amanecer en la fachada marítima
Nuestro segundo día en Barcelona va a estar dedicado al mar y al producto de proximidad, sin faltar la visita a alguno de los mercados de la ciudad. Con 43 integrantes, la red de mercados de Barcelona es una de las más grandes del mundo. Salimos temprano para ver amanecer y hacer un poco de ejercicio por la fachada marítima de la ciudad. En apenas unos minutos de paseo vamos pasando de la Barceloneta, el barrio de las bodegas y bares de tapas, la ropa tendida y el sabor a rumba catalana, a la nueva arquitectura que se asoma a la orilla del mar, con algunos chiringuitos de interesante diseño cuya ubicación guardamos para visitar en otro momento.
Castellar de N’Hug
Por la tarde lo tenemos claro, toca caminar un poco. Nos acercamos hasta Castellar de N’Hug, uno de los Pueblos con Encanto y punto de llegada del Tren del Ciment. La localidad es conocida por su espectacular entorno natural, por su románico y por el desmesurado tamaño de sus cruasanes. También porque aquí nace el río que vertebra toda la provincia de Barcelona desde el Pirineo hasta el Mediterráneo: el Llobregat. El sendero hasta sus fuentes es corto y está muy humanizado con escaleras y pasamanos de madera. Al llegar al final vemos la espectacular cascada que brota directamente de varias grietas en la pared. Antes de que oscurezca, con un par de cruasanes de kilo bajo el brazo, llegamos a Ripoll donde pasamos la noche.
Congost de Mont-rebei
Nuestra siguiente parada será Balaguer, donde cogeremos fuerzas con una coca de recapte, hecha, por supuesto, con pimientos y berenjenas de la huerta leridana. La carretera panorámica entre Balaguer y la Baronia de Sant Oïsme es un recorrido de gran belleza paisajística, con vistas sobre el río Segre y el magnífico pantano de Camarasa. El entorno del pantano, que mira a la sierra del Montsec, es propicio para la práctica del senderismo —una etapa del GR-1 pasa por allí—, la observación de pinturas rupestres e incluso para sobrevolarlo en globo, parapente o ala delta a baja altura. Estos paisajes son un buen preludio a lo que nos espera en el Congost de Mont-rebei. El paisaje de vértigo y piedra más célebre de Catalunya puede recorrerse a pie, a través de un estrecho desfiladero, o en kayak a lo largo del río Noguera-Ribagorçana. Nosotros nos decidimos por la vertiente terrestre para caminar junto a paredes cuya altura, en algunos tramos, supera los quinientos metros.
Hacia Montserrat
El viaje continúa en dirección norte con la intención de conocer el patrimonio modernista industrial de Terrassa, una de las Ciudades y Villas con Carácter, la masía Freixa con sus arcos parabólicos y hacer una ruta por los jardines más destacados de la ciudad y sus iglesias visigóticas. Es un conjunto patrimonial de excepción, a nivel europeo, en el que podemos hacer un recorrido por varios siglos de la historia del arte.
La siguiente parada es Monistrol de Montserrat, donde cojo el tren cremallera para subir a la montaña de Montserrat, uno de los paisajes más icónicos y hermosos de Catalunya, cargado de gran simbolismo porque allí se ubica un monasterio y el santuario dedicado a la Virgen de Montserrat, la patrona de Catalunya, popularmente conocida como La Moreneta. Los amaneceres en la montaña son impresionantes, por lo que decido quedarme a pasar la noche en la hospedería del monasterio.
Un paseo por el Eixample
Salgo temprano para pasear por la fachada marítima de la ciudad y volver a disfrutar del amanecer. Para entender un poco mejor el urbanismo barcelonés, podemos contratar un tour privado con un arquitecto para recorrer el Eixample, la expansión urbanística que conectó el casco antiguo con la Vila de Gracia formando un damero que parece trazado con escuadra y cartabón. Este barrio concentra una buena parte de los edificios con mayor valor patrimonial de ciudad, entre ellos importantes obras modernistas como la Casa de les Punxes, La Pedrera, la Casa Amatller o la Casa Batlló.
Vistas de La Cerdanya
La ruta pasa por Puigcerdà, localidad junto a un hermoso lago. Entre sus calles podemos seguir los pasos de una de las novelas de Carlos Ruiz Zafón. A escasos siete kilómetros de Puigcerdà, en un desvío de la ruta, está la opción de visitar la farmacia de Llívia, una de las más antiguas de Europa. Seguimos por carreteras locales que llegan a pueblos de toponimia corta y contundentes embutidos, como el bull blanco y negro y el pà de fetge. Tras pasar Urtx, Alp y Das, subimos hasta Meranges, un pueblo de perfecta arquitectura rústica de montaña y un precioso lago, el de Malniu. Desde los 1.590 metros de altitud del pueblo tenemos vistas de toda La Cerdanya.
La belleza del románico
La tarde es para el románico de la Vall de Boí, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Una familia feudal, los Erill, trajo al valle a los picapedreros, maestros de obra y artesanos, que en pocas décadas levantaron ocho iglesias y una ermita. En Taüll, Pueblo con Encanto, encontramos la quintaesencia de ese arte románico, Sant Climent y Santa María, ambas iglesias consagradas en el año 1.123 con tan solo un día de diferencia. En Sant Climent, un video mapping da vida a los frescos del ábside mayor y el presbiterio. Hacemos una parada en Erill la Vall para visitar el Centro del Románico de la Vall de Boí y la iglesia de Santa Eulàlia que, con su torre lombarda de seis plantas, está considerada la más esbelta de todo el valle. Continuamos el viaje hacia el norte para llegar a otro de los grandes valles pirenaicos: la Val d’Aran.
Pueblos medievales
Nos trasladamos desde la costa al interior del Empordà. Atrás van quedando la silueta del Montgrí con su castillo, montaña que divide el Alt y el Baix Empordà, y el acceso a L’Estartit, puerto de salida para visitar el pequeño archipiélago de las Medes, una de las reservas de flora y fauna marinas más importantes del Mediterráneo y visita imprescindible para amantes del buceo. Tras llegar a Peratallada, y tomar un desayuno en base a embutidos y quesos de las comarcas del Empordà, iniciamos un recorrido en burricleta (bicicletas rurales con asistencia eléctrica) por los pueblos medievales del Empordanet: el propio Peratallada, Ullastret, Canapost, La Bisbal d’Empordà, capital catalana de la cerámica; y Pals, con su inconfundible recinto amurallado.
Tierras del Císter
Empiezo la mañana en la ribera del río Gaià, ante la puerta de Santes Creus, uno de los grandes monasterios catalanes. Al contrario que los otros dos monasterios de la Ruta del Císter, hoy habitados de nuevo, Santes Creus quedó despoblado tras la desamortización de Mendizábal. Fue el lugar de reposo escogido por dos reyes catalanes, en su interior podemos ver los impresionantes sepulcros reales y un notable conjunto de vidrieras.
En la cercana localidad de Cabra del Camp realizo una actividad de marcha nórdica entre viñedos y campos de cereal. La suave brisa que mece los cultivos y la agradable temperatura invitan a la introspección, un momento íntimo que me conecta con las bondades del paisaje mediterráneo. La actividad finaliza con la degustación de un vino de la D.O. Tarragona y del aceite de la D.O. P. Siurana.
Con Picasso en Gósol
Esta tranquilidad pastoril de la montaña berguedana atrajo a Pablo Picasso a otro de esos pueblos. A lomos de una mula y cargado con sus caballetes subió hasta la modesta localidad de Gósol para pasar la primavera de 1906. Cuentan que el genio, que se instaló en la única fonda local, bosquejó en tan solo tres meses más de cien obras que marcaron el comienzo de su etapa cubista. Pintó las casas del pueblo, a los paisanos y llenó de notas un cuadernillo de viaje, el Carnet català, cuya reproducción se guarda en el Centro Picasso de Gósol. Mientras parte del grupo visita este museo y se rinde a la gastronomía local, el resto nos calzamos las botas de montaña y emprendemos una ruta circular que nos llevará a recorrer el perímetro de una de las montañas más emblemáticas de Catalunya: el Pedraforca. En los 17 kilómetros y 790 metros de desnivel contemplamos las cuatro vertientes de este coloso pétreo, además de andar un trecho del camino que recorrieron los cátaros en la Edad Media durante su huida de la inquisición desde Occitania.
Gigantes en Solsona
Durante la visita guiada a esta ciudad, con un buen patrimonio barroco, veo cosas tan curiosas como la colección de enormes figuras del Cuarto de los Gigantes, donde muestran todo el bestiario que desfila por las calles en los días de fiesta. El santuario del Miracle se encuentra a apenas doce kilómetros de Solsona, Ciudad con Carácter. Su altar barroco es motivo suficiente para plantearse una visita. El viaje sigue en dirección sur, entrando de nuevo en la provincia de Barcelona, con diferentes opciones para hacer una parada, como Cardona con su castillo y las minas de sal, el Poble Vell de Súria, que se eleva sobre el margen izquierdo del río Cardener y fue un importante enclave en la ruta de la sal; o Manresa, Ciudad con Carácter con un buen patrimonio modernista.
Tras las huellas de Picasso
Doy un pequeño salto en el tiempo para trasladarme a la Barcelona bohemia de finales del siglo XIX y principios del XX, la ciudad que tuvo entre sus calles al joven Picasso. Paseo por lugares esenciales en su vida, como la escuela donde estudió, la calle Avinyó y la cervecería donde hizo su primera exposición individual. La obra del artista me ha abierto el apetito, aprovechando que la ruta acaba en el museo Picasso, ubicado en el barrio del Born, continúo con una ruta gastronómica por emblemáticas tabernas del barrio. Una buena opción para continuar la tarde es el paseo tranquilo visitando tiendas, algunas de ellas centenarias, de productos hechos a mano, como joyerías, moda, cosmética, artesanía y turrones.
Llegada a Lleida
En el estanque de Ivars i Vila-sana hemos reservado una de las actividades especiales que ofrecen, la del anillamiento de especies. Recorriendo el perímetro del acuífero, en un paseo de poco más de 2,5 kilómetros, vemos cómo se ha recuperado un espacio que llegó a desecarse y hoy resulta de vital importancia para las aves. Llegamos a Lleida cuando empieza a caer la tarde, justo a tiempo para acceder a la visita del conjunto monumental de la Seu Vella y Castillo del Rey. Para la cena nos decantamos por la manera más tradicional de comer los famosos caracoles de Lleida, asados “a la llauna”, sobre una plancha metálica con asas dispuesta directamente sobre las brasas.
Cocina del Berguedà
Por la tarde nos reunimos todos de nuevo y continuamos por carretera hasta Bagà, haciendo una breve parada en Guardiola de Berguedà para visitar el magnífico cenobio benedictino de Sant Llorenç. Terminamos el día con un bien merecido surtido de recetas locales. Sobre la mesa van desfilando los pèsols (guisantes) negres con panceta, las patates emmascarades, que se cocinan con butifarra negra y el trinchado de col y patata al que aquí llaman trumfos amb col. Tras la cena damos un paseo por el pintoresco pueblo de Bagà.
Taller de cocina
Nosotras seguimos hasta Palamós porque nos hemos apuntado a uno de los talleres de cocina del Espai del Peix de Palamós. En esta aula gastronómica hacemos un recorrido histórico y cultural por el consumo de pescado y aprendemos a cocinar varios platos de la conocida como cocina de barca, la que hacen los pescadores a bordo. En uno de los platos que preparamos no pueden faltar el arroz de Pals y la gamba de Palamós. Con los barcos entrando a puerto para llevar sus capturas a la lonja, que también se puede visitar para seguir en vivo la subasta, ponemos rumbo a la bodega Brugarol, cercana a Palamós, que además de destacar por sus vinos lo hace por su arquitectura, ya que fue diseñada por el estudio RCR, de la localidad de Olot, ganadores del prestigioso premio Pritzker.
Embutidos de Vic
Nuestra siguiente parada es Vic. Su Plaza Mayor es una de las más emblemáticas de las comarcas catalanas, una monumental plaza porticada que siempre está más animada durante la celebración del mercado semanal. Tras la visita guiada a la ciudad, en la que vemos un destacado Templo Romano, la Catedral y las calles que formaron parte de la judería, entramos en un centenario secadero para probar los famosos embutidos de Vic, la llonganissa y el fuet. Dedicamos la tarde a conocer las leyendas de brujas y bandoleros en el Espai Montseny de Viladrau, un centro de interpretación sobre el Parque Natural de El Montseny, y a hacer senderismo por una ruta circular que recorre el corazón del macizo. En esta Reserva de la Biosfera se suceden los paisajes con bosques de hayas, abetos y robles; podemos encontrar secuoyas como las de Can Casades, o ver la vegetación de ribera junto a los ríos que cruzan el parque. Las vistas que se tienen desde cualquiera de las emblemáticas cimas del Montseny merecen suficientemente la pena como para plantearse su ascenso si se dispone del tiempo necesario. Sin duda, hay que regresar en otoño cuando las hojas forman un precioso tapiz en el sotobosque y Viladrau celebra la Feria de la Castaña.
Un pueblo tranquilo
Empezamos la mañana haciendo un pequeño desvío para visitar Guimerà, un buen ejemplo de recinto medieval rural. En las primeras horas del día tenemos el privilegio de pasear en soledad por el callejero de un pueblo que ofrece una de las postales más perfectas de la provincia de Lleida.
Una catedral románica
La Seu d’Urgell es una ciudad con un interesante patrimonio vinculado a su condición de obispado, cuyo mayor exponente es la catedral de Santa María, la única íntegramente románica que se puede ver en Catalunya. Conducimos por la carretera panorámica que une La Seu d'Urgell con Gósol, con un trazado que serpentea entre los pinares que marcan el límite occidental del Parque Natural Cadí-Moixeró. Los primeros rayos de sol acarician las paredes color miel de las villas que vamos pasando a lo largo del camino: El Ges, Adraén, Fórnols, Cornellana o Tuixent, entre otras, pintorescos pueblos de piedra cuyos habitantes se han acostumbrado a vivir en altura y en relativo aislamiento.
Arte en Figueres
Suenan las campanas de la iglesia de Sant Pere de Figueres, uno de los espacios vitales de Dalí, el genio de sublimes bigotes. Vamos a dedicar la mañana a unir los puntos clave en la ruta del pintor surrealista, el Triángulo Daliniano formado por su ciudad natal, la casa de Port Lligat y el castillo de Púbol, haciendo algunas paradas en el camino. En el Teatro-Museo Dalí quedamos fascinadas por los mil detalles que encontramos en los trampantojos del artista. En el Museo del Juguete vemos una exposición sobre sus años de juventud, y en el espacio Dalí-Joyas una preciosa colección de sus diseños para joyería. Otra interesante visita igualmente vinculada al arte, especialmente al comarcal y al contemporáneo, es el Museo del Empordà.
Monasterio de Poblet
Uno de los tramos de la Ruta del Císter, itinerario que une los monasterios de Santes Creus, Poblet y Vallbona de les Monges, lleva de Montblanc a Poblet. Como son apenas diez kilómetros decidimos hacerlos caminando para disfrutar del paisaje de las Montañas de Prades. Al llegar al monasterio cisterciense de Poblet, declarado Patrimonio de la Humanidad, uno de los monjes nos cuenta que al paisaje, además del silencio, le sienta estupendamente el otoño, cuando la tierra da las mejores patatas, castañas y setas.
Barcelona modernista
No todos los días se tiene el privilegio de despertar en un hotel modernista, el hechizo de las sugerentes formas del modernismo nos lleva a decidir seguir dedicando la mañana a esa arquitectura. La Ruta del Modernismo de Barcelona recorre hasta 120 edificios de esa hermosa corriente artística, con obras de arquitectos tan importantes como Gaudí y Domènech i Montaner. Nosotros optamos por hacer una visita guiada por algunas de las construcciones más impresionantes del Patrimonio Unesco de Barcelona, como la Casa Batlló, La Pedrera, la Casa Vicens, el Recinto Modernista Sant Pau y el Palau de la Música Catalana, en la que nos explican los orígenes de este movimiento artístico, la importancia que tuvo para la ciudad y nos muestran importantes detalles de las fachadas.
La elegancia de Sitges
De camino hacia la costa, conduciendo por la Carretera del Vino, hago una parada en el castillo de Olèrdola, un conjunto monumental desde el que se tienen excelentes vistas de la plana del Penedès y del Garraf. Sitges, en la lista de Barrios y Villas Marineras, es una de las localidades más hermosas de la costa catalana. Desde el paseo marítimo subo las escaleras hasta la iglesia de Sant Bartolomeu i Santa Tecla, situada en un pequeño promontorio que ofrece amplias vistas de las playas de Sitges. El paseo por el casco histórico, de calles encaladas y frescas, me lleva hasta el museo Maricel, con una notable colección artística. Al salir, no dudo en probar uno de los vinos más curiosos de los que se producen en Catalunya, uno dulce hecho con malvasía que se sigue elaborando gracias a la Fundación del Hospital San Juan Bautista.
Un baño histórico
La ruta sigue en dirección sur bordeando la bahía de Roses, integrada en el Club de las bahías más bellas del mundo, y cruzando el Parque Natural dels Aiguamolls de l’Empordà, uno de los espacios naturales de Catalunya con mayor variedad de aves. La tarde la reservamos para la historia porque queremos conocer las ruinas de Empúries, el lugar por el que griegos y romanos entraron en la península. Escogemos una visita guiada especializada en el comercio y consumo de vino en el mundo antiguo. La privilegiada situación de las ruinas, a pie de playa, nos permite una cosa insólita: el baño junto al muelle en el que hace veinticinco siglos atracaron los barcos griegos. A apenas seis kilómetros al sur del recinto arqueológico está L’Escala, localidad declarada Villa Marinera por su histórica conexión con el mar, donde visitamos el Museo de la Anchoa y de la Sal para conocer el trabajo de las factorías de salazón que tanta prosperidad trajeron a la localidad. Como no puede ser de otra manera, degustamos las famosas anchoas de L’Escala en una de las tradicionales tabernas del centro histórico.
Los dominios del Montsant
Al pie del Montsant, antes de llegar a Poboleda, otro de los hermosos pueblos del Priorat, nos encontramos con Escaladei. La primera cartuja de la península, responsable del nombre de la comarca del Priorat, nos habla del pasado monacal y eremita del actual Parque Natural del Montsant, una sierra cargada de gran simbolismo y muy apreciada por escaladores de todo el mundo. En el alojamiento nos habían hablado de una excursión que parte de La Morera de Montsant y asciende al Montsant por el grado de Barrots, un corto itinerario senderista que parte de la Morera de Montsant y llega hasta el Balcón del Priorat, una terraza natural pegada a la roca con amplias vistas sobre la comarca. La anotamos para cuando volvamos porque queremos disfrutar de la tarde en Siurana, Pueblo con Encanto, con su caserío colgado de un risco y la vista privilegiada sobre el pantano. Mientras la guía que dirige la visita nos habla de los sarracenos que llegaron a la localidad, en la montaña de enfrente los escaladores se ponen a prueba para encadenar algunas de las rutas de escalada deportiva más prestigiosas del mundo.
Vermut en Reus
Nos desplazamos hasta la cercana ciudad de Reus, lugar de nacimiento de Gaudí, para llegar puntuales a la tradicional hora del vermut. Nos explican la historia de esta bebida macerada para trasladarnos a los días en que se exportaba a medio mundo y Reus fue, junto con París y Londres, una de las tres ciudades que regulaban el precio del aguardiente. Los principales elaboradores ofrecen visitas guiadas, alguna de ellas teatralizada, y degustación del producto. Los días de esplendor que el vermut trajo a la ciudad se tradujeron en numerosos encargos a destacados arquitectos modernistas. La Ruta del Modernismo recorre 26 importantes edificios, como la Casa Navàs, la Casa Rull, la Casa Gasull y el Instituto Pere Mata, obras de Lluís Domènech i Montaner, o la Casa Anguera de Pere Caselles.
Suena la música
Por la carretera que rodea el pantano de Foix cambio de provincia, a la de Tarragona, pero sigo en tierras de la D.O. Penedès. Llego hasta Sant Salvador, uno de los barrios marítimos de El Vendrell, donde está la que fue la casa de veraneo del violoncelista Pau Casals, hoy convertida en museo. A través de objetos personales voy haciendo un recorrido por la vida de este músico universal y el ambiente en el que creó su obra. Pau Casals sostuvo que esa casa era la expresión y síntesis de su vida como catalán y artista. Pienso en la emoción que debía sentir el músico, la misma que siento yo ahora, cada vez que regresaba de un viaje y traspasaba la puerta para toparse directamente con el mar.
Un baño en el Mediterráneo
Acabamos el día como lo comenzamos, en el mar, pero esta vez a bordo de un catamarán para ver la puesta de sol. Poco después de salir de puerto despliegan las velas y silencian los motores. Tras un rato de navegación, sin perder de vista Barcelona, detienen la embarcación y nos invitan a darnos un baño en el Mediterráneo, invitación que no dudamos en aceptar. De vuelta a bordo nos han preparado un aperitivo con fruta de temporada y una copa de cava, con la que brindamos por un gran viaje mientras el sol se pone tras las montañas de Collserola.
Catedrales del Vino
La carretera que conecta las dos grandes Catedrales del Vino que visitamos en Terres de l’Ebre, las bodegas modernistas de Gandesa y Pinell de Brai, transcurre por el barranco que separa las sierras de Pàndols y de Cavalls. La belleza del paisaje no nos hace olvidar que esas montañas fueron el escenario de la batalla más conocida de la Guerra Civil. Para profundizar un poco más en el tema podemos visitar el centro de interpretación dedicado a la Batalla del Ebro en Corbera d’Ebre, llamado 115 dies, que está abierto durante todo el año.
El único Parque Nacional de Catalunya
El recuerdo de las constelaciones sobre nuestras cabezas compensa la hora de trayecto que tenemos entre La Pobla de Segur y la Vall de Boí. Al llegar a Senterada vemos las señales de acceso a la Vall Fosca, otro de los parajes naturales de Catalunya que merecen una escapada. La carretera inicia un progresivo ascenso hasta coronar el Coll de la Creu de Perves, con buenas vistas de los Pirineos. A partir de El Pont de Suert la carretera se adentra entre montañas, hacia la puerta de entrada al Parque Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. En esta entrada hay un centro de información del parque. El único parque nacional de Catalunya nos permite disfrutar de un espectacular entorno natural: más de 200 lagos de origen glaciar rodeados de picos que rondan los 3.000 metros de altura. En primavera y verano, las gencianas y los rododendros ponen una nota de color en las verdes praderas.
El parque nacional tiene dos entradas más. Boí y Espot son los pueblos donde están las sedes principales y por donde se ha de acceder para visitar los lugares más conocidos, como Aigüestortes y el lago de Sant Maurici. La tercera entrada es a través de Sort y Llessui, donde también hay un centro de información del parque.
Amanecer en Banyoles
El lago de Banyoles, situado a medio camino entre las cumbres de los Pirineos y las amplias llanuras del Empordà, nos da los buenos días con un hipnótico amanecer de colores rosáceos sobre sus aguas. A primera hora solo estamos nosotros y los ornitólogos que se han acercado para fotografiar algunas de las especies protegidas por la Red Natura y el convenio RAMSAR, que calificó este humedal como Zona Húmeda de Importancia Internacional.
Senderismo en Colomèrs
Decía Camilo José Cela en su Viaje al Pirineo de Lérida que las piernas son las alas del corazón. Caminar por los senderos es una de las mejores formas de conocer el territorio, así que por la tarde, desde Salardú, emprendemos una caminata para visitar una maravilla de la naturaleza: la mayor zona lacustre de los Pirineos, el Circo de Colomèrs, situado en el área de influencia del Parque Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. La ruta completa abarca siete lagos glaciares, pero nosotros no somos tan ambiciosos y solo subimos hasta el refugio. A lo largo del camino nos topamos con dos lagos, varios riachuelos, puentes y formaciones rocosas de toda índole. Ya en el refugio nos sentamos con un café en la mano para disfrutar de las vistas del Estany de Colomèrs y las cumbres de las montañas circundantes que en él se reflejan. La paz era esto. Desde el refugio se pueden iniciar un par de itinerarios circulares, uno corto y otro largo, para enlazar los diferentes lagos. Acabamos el día con una olha aranesa, una contundente y sabrosa sopa típica de la gastronomía del valle, que nos ayuda a cargar de nuevo las pilas.
En La Seu d’Urgell
Continuamos hasta La Seu d’Urgell, en la comarca del Alt Urgell, una ciudad situada entre dos ríos y bajo el influjo de la cercana sierra del Cadí. El sol de las últimas horas de la tarde ilumina Santa María, la única catedral íntegramente románica que se conserva en Catalunya; estamos justo a tiempo de visitar su interesante claustro. En esta localidad encontramos el único queso de Catalunya con denominación de origen protegida, un producto de alta calidad gracias al entorno donde se produce. La Seu d’Urgell está considerada la capital catalana del queso gracias a la importancia de la Feria de Quesos Artesanos del Pirineo que se celebra, en el mes de octubre, durante la feria de Sant Ermengol.
Pueblos del Collsacabra
Son tantas las opciones para conocer la Garrotxa, desde el aire en globo, a pie o en bicicleta junto a los volcanes, siempre con buenos productos autóctonos en la mesa, que nos prometemos volver mientras vamos en dirección a la provincia de Barcelona. La primera parada del día es en uno de los Pueblos con Encanto, Rupit, con su coqueto caserío de piedra en mitad del Collsacabra, un paisaje natural de montañas con vertiginosos riscos, arroyos y cascadas. En la oficina de turismo de Rupit contratamos una visita para que nos cuenten la historia de esta localidad crecida al amparo de una enorme roca donde un día hubo un castillo.
Cascada de aguas glaciares
Desde Vielha conducimos siguiendo el curso del río Garona hasta uno de los lugares más pintorescos de la Val d'Aran, Artiga de Lin, una sucesión de verdes prados, barrancos y ríos que forman uno de los valles más bellos y de más fácil acceso de la Val d’Aran. A partir de aquí, una corta caminata nos acerca a Els Uelhs Deth Joeu, una cascada que se alimenta de las aguas del glaciar del Aneto. El fenómeno es excepcional, ya que el curso de agua desaparece cuatro kilómetros más arriba, en el valle de Benasque, para resurgir en este lugar con toda su fuerza.
Productos frescos en el mercado
Tenemos cita en el mercado, así que cogemos los capazos de artesanía de palma que habíamos comprado el día anterior en una de las tiendas del barrio del Born y nos disponemos a dejarnos asesorar por nuestro guía para comprar los productos más frescos, con los que prepararemos los platos en el taller de cocina. Tras dar buena cuenta de la paella de mariscos que cocinamos, y apuntar todos los pasos de la receta para triunfar en nuestro regreso a casa, nos dirigimos a la cofradía de pescadores para ver la llegada de las barcas de pesca y asistir a la subasta en la lonja. Resulta muy interesante ver cómo ha sobrevivido la actividad pesquera en una metrópoli tan grande, con una cofradía capaz de servir pescado fresco a la gran demanda de los restaurantes de la Barceloneta.
Avistamiento de aves
Son numerosas las opciones y actividades para conocer la morfología del delta, podemos navegar por el río o el mar, pedalear por tranquilos caminos rurales o conocer los procesos del cultivo de arroz. Nosotros nos decantamos por aproximarnos a la fauna de este singular espacio natural, para lo que toca madrugar mucho porque nos hemos apuntado a una salida para avistar aves en el Delta de l’Ebre y los animales están mucho más activos en las primeras horas del día. Con la ayuda de unos prismáticos y un telescopio, que nos facilita el naturalista que nos acompaña, observamos especies como el aguilucho lagunero, el morito, el somormujo, el zampullín y una bandada de vistosos flamencos. Para entender un poco mejor el delta y la fragilidad de este valioso espacio natural declarado Reserva de la Biosfera —más de 300 especies de aves anidan o van de paso—, entramos en MónNatura Delta, centro de interpretación de la naturaleza y de los modos de vida y recursos tradicionales.
L’Espluga de Francolí
Continuamos hasta L’Espluga de Francolí para visitar el Museo de la Vida Rural, donde entramos en contacto con los valores y el esfuerzo de la gente del campo. Es una visita que nos emociona profundamente por la familiaridad de muchos de los objetos allí expuestos, objetos que representan modos de vida que llevaron nuestros abuelos y que actualmente han desaparecido. Sin salir del pueblo, seguimos indagando en la historia de nuestros antepasados pero esta vez damos un salto mucho más grande, entramos en la cueva de la Font Major para ir al encuentro del pasado geológico y prehistórico de las comarcas tarraconenses. Si buscamos un poco más de aventura, la cueva también da la posibilidad de hacer un recorrido espeleológico. Desde L’Espluga de Francolí seguimos el viaje para entrar en las comarcas de Lleida.
La inspiración de Bécquer
Hoy salimos sin prisas en dirección a la comarca de La Cerdanya, con sus 17 municipios situados por encima de los mil metros de altitud. Paramos a desayunar en Bellver de Cerdanya, que antes de ser villa fue uno de los castillos en la línea de fortificaciones que controlaban el paso entre los condados de Conflent y Urgell. Pan recién hecho untado con mantequilla y mermelada casera nos dan alas para recorrer el centro medieval de la localidad —en una de sus casas Gustavo Adolfo Bécquer escribió la leyenda La Cruz del Diablo— y acercarnos a pie hasta la vecina iglesia de Santa María de Talló, uno de los puntos importantes del Camino de Santiago por tierras catalanas.
Turismo activo fluvial
Tras dos días donde apenas hemos usado el coche, volvemos de nuevo al asfalto y conducimos sin prisas hasta Llavorsí, que junto con Rialp y Sort (Destino de Turismo Deportivo de Catalunya) son las capitales catalanas del rafting. El río Noguera Pallaresa fue el primero de la península donde se inició este deporte en los años 80, con sus pasos de II, III y IV grado, figura entre los mejores ríos de aguas bravas de Europa. No queremos perdernos esta experiencia única, también apta para niños, así que nos ponemos los trajes de neopreno, el casco y el chaleco salvavidas, y nos lanzamos río abajo con la inestimable ayuda del experimentado rafter que conduce nuestra barca neumática. Además de rafting, en esta zona podemos practicar otros deportes de aventura, como hidrospeed, descenso en canoas, barranquismo o puenting entre otros. Si se busca un plan más tranquilo, en las Valls d’Àneu, otra zona acreditada con el sello Naturaleza y Montaña en Familia, tenemos varias alternativas para hacer en familia, como la visita al Ecomuseo de Esterri d’Aneu o a la Casa del Oso Pardo de los Pirineos en Isil. En la Vall d’Àssua podemos conocer el oficio de los pastores y visitar el Ecomuseo de Llessui.
Catanias de Vilafranca
Si ayer tocó conocer la historia del cava, hoy era turno para el Vinseum de Vilafranca del Penedès, un museo dedicado a las culturas del vino en Catalunya que está ubicado en un antiguo palacete frente a la basílica de Santa María. No resulta fácil decidir entre la gran oferta enogastronómica de las bodegas del Penedès, con diferentes visitas temáticas, actividades y catas. Opto por un maridaje de vinos y quesos, que me ofrece la amplia gama de matices de esos vinos que nacen tan cerca del mar. Antes de dejar Vilafranca del Penedès me acerco a una confitería para comprar un par de cajas de catanias, un dulce típico que se elabora con almendras tostadas, caramelizadas y cubiertas de chocolate.
El jardín del Penedès
El corazón del Penedès, tierra con una larga tradición vitivinícola, es mi próximo destino. Su viñedo está encajado entre Montserrat y el mar Mediterráneo, un paisaje marcado por algunas suaves ondulaciones del terreno y grandes planicies que establecen una analogía con ese mar que le da carácter. En Sant Sadurní d’Anoia visito el Centro de Interpretación del Cava, donde a través de las diferentes salas descubro la historia, los protagonistas y la arquitectura de esta bebida tan emblemática. El extenso viñedo del Penedès tiene hechuras de jardín, anoto en mi diario de viaje tras dedicar parte de la tarde a visitar algunos de los miradores de la ruta Miravinya, cinco atalayas con magníficas vistas sobre un paisaje vinícola del Alt Penedès salpicado de márgenes y barracas de piedra seca. Acabo el día con una cata vertical en una de las legendarias bodegas del Penedès, en la que me enseñan a apreciar las sutiles diferencias que el paso del tiempo otorga al vino.
Monumentos de Lleida
El día arranca con un copioso desayuno, en el que no faltan el pa amb tomàquet, el aceite de oliva de la D.O.P. Les Garrigues, los embutidos y esas peras que en Lleida tienen Denominación de Origen Protegida, y un paseo por los alrededores de la Seu Vella, un templo con un magnífico cimborrio y un campanario octogonal de sesenta metros de altura, desde donde se tiene una amplia panorámica de la ciudad y de las tierras que la rodean. La Seu forma parte, junto al Castillo del Rey o Suda, de un conjunto monumental que ayuda a entender la historia de la ciudad. Esta es tierra de campos que se extienden hasta el horizonte; todo un vergel de frutas y hortalizas que acabarán en las recetas de muchos platos de la gastronomía leridana. En esas llanuras fértiles que rodean Lleida, Ciudad y Villa con Carácter, visitamos el castillo de Gardeny, que en el siglo XII alojó a los soldados templarios asentados en esta zona. Una de las actividades que se pueden hacer en el castillo es la de meterse en la piel de un templario por un día.
Camino de Ronda
De la misma localidad, en dirección sur, sale un precioso tramo del camino de ronda que vamos siguiendo para encontrarnos con algunos de los rincones mejor conservados del litoral catalán. El itinerario, de baja dificultad, sigue el trazado del GR-92 y nos permite acceder a preciosas calas de roca rojiza y agua cristalina. Seguimos hasta la cercana localidad de El Perelló, donde nos vestimos con ropa de apicultor para entrar en el complejo mundo de las colmenas en las que las abejas producen miel de alta calidad, y participamos en un taller de elaboración de repostería con miel.
Buscando a Picasso
En las últimas horas del día nos acercamos hasta Horta de Sant Joan, la localidad que enamoró a Picasso. «Todo lo que sé lo he aprendido en Horta», llegó a decir el pintor. Viendo atardecer sobre las Rocas de Benet, una de las formaciones más conocidas de Els Ports, un parque natural idóneo para la práctica del senderismo, podemos intuir las razones que llevaron a Picasso a hacer esa afirmación.
Vall de Lord
Aunque Vall de Lord está a una veintena de kilómetros al norte de Solsona, este pequeño desvío en la ruta merece la pena. Al amanecer, las brumas matinales emergen del pantano de la Llosa del Cavall, cuyo entorno paisajístico favorece la práctica de deportes de aventura como la escalada, el barranquismo, el parapente o las rutas en BTT. El juego de las luces que se cuelan entre la niebla deja una docena de impactantes imágenes en la tarjeta de mi cámara de fotos. Cuando el sol ya calienta lo suficiente, alquilo un kayak para remar por esas aguas de color turquesa intenso. Con un último vistazo al paisaje desde uno de los puentes que cruzan el embalse, cojo la hermosa carretera que sigue el desfiladero del río Cardener para llegar hasta Solsona.
Biblia en piedra
Hoy nos hemos levantado con ganas de montaña. Para empezar con energía optamos por un esmorzar de forquilla en el que algunos se decantan por la butifarra con seques y otros por una carne de caza estofada en la que sería delito no mojar pan. Después del desayuno nos acercamos al monasterio de Santa María de Ripoll para ver de cerca este magnífico símbolo de la Catalunya medieval, fundado en el año 879. Su portada monumental, compuesta por toda una miríada de motivos geométricos, estructuras vegetales y personajes labrados en gres —la llaman la biblia de piedra— merece una detenida contemplación.
Colonia Güell
Subo hasta Montjuïc para despedirme de Barcelona desde las alturas, un lugar en el que se pueden ver destacados jardines, como el Botánico, y museos como la Fundación Joan Miró, el Museo Nacional de Arte de Catalunya y el Pabellón Mies van der Rohe.
Pongo rumbo a Santa Coloma de Cervelló para visitar la cripta de la Colonia Güell, una espectacular obra de la etapa naturalista de Gaudí. Pese a que la cripta también forma parte de los siete edificios del arquitecto declarados Patrimonio Mundial, es la obra menos conocida de las que integran esa prestigiosa lista.
De compras por Olot
Nos reencontramos todos en Olot. Una visita guiada por el mercado y las tiendas centenarias del centro nos ayuda a familiarizarnos con las delicias por las que es conocida la comarca, las legumbres, que compramos a granel; los embutidos, chocolates y la ratafía, uno de los licores catalanes más estimados. Hacemos coincidir la hora de la comida con la visita a Santa Pau, otro de los Pueblos con Encanto, para probar las mongetes o fesols más famosas de Catalunya. Si se busca el contacto con la naturaleza una buena opción es ir a pasear por la Fageda d'en Jordà, un hayedo que creció sobre el campo de lava del volcán Croscat y que se puede recorrer a pie o en un carruaje tirado por caballos. Joan Maragall dedicó un poema a este hermoso paraje: Li agafa un dolç oblit de tot lo món, en el silenci d’aquell lloc profond (Le entra un profundo olvido de todo el mundo, en el silencio de aquel lugar profundo).
Sabores de Girona
Sin dejar la costa, hacemos un pequeño desvío en la ruta para llegar hasta Lloret de Mar y visitar los jardines de Santa Clotilde, plantados sobre un impresionante risco con vistas al mar. El paisajista y arquitecto Nicolau Rubió se inspiró en el Renacimiento italiano para diseñar este hermoso espacio. En la escalinata que se dirige al mar, flanqueada por estatuas de sirenas, no vemos el momento de dejar de hacer fotos para publicar en nuestras redes sociales. En Blanes encontramos otro importante jardín, el de Marimurtra. Este jardín botánico, donde se realizan importantes estudios científicos, fue fundado por el alemán Carl Faust. El templete que mira a la cala de Sa Forcanera es uno de los lugares más fotografiados de la Costa Brava. Ponemos rumbo al norte, hacia tierras del interior, para alcanzar Girona, declarada Ciudad con Carácter. Escogemos una visita a la ciudad a través de sus sabores. Además de pasear por el patrimonio, como la catedral, la judería y las coloridas casas sobre el río Onyar, saboreamos el xuixo de crema, los brunyols, quesos con pa amb tomàquet y aceite de oliva, fideuà y el helado que elabora uno de los hermanos Roca, entre otros pequeños bocados.
Cocina catalana
Continuamos con un taller para aprender la técnica del trencadís, uno de los recursos ornamentales característicos del modernismo. Con unas herramientas básicas y pedacitos de cerámica y vidrio salimos de allí con nuestra propia pieza y grandes ideas para reciclar viejos materiales de construcción. En otro edificio modernista, en el Passeig de Gràcia, asistimos a un taller de cocina donde aprendemos a preparar platos como la esqueixada, una típica ensalada con bacalao y tomate entre otros ingredientes, y una deliciosa crema catalana con su capa de azúcar quemado por encima.
Un buen desayuno
El día arranca en Montblanc con un copioso desayuno que nos ofrecen en una bodega.
Pa amb tomàquet y aceite de oliva virgen extra, butifarra blanca y negra, longaniza seca, queso, aceitunas, frutos secos y un poco de vino, forman una apuesta segura para empezar bien la jornada. Montblanc es una localidad con un destacado conjunto amurallado en el que podemos ver torres y portales en buen estado de conservación. Cada año, en el mes de abril, se representa la Leyenda de Sant Jordi dentro del programa de actos de la Semana Medieval.
Nadando con atunes
La primera parada del día es en L’Ametlla de Mar, una localidad incluida en la lista de Barrios y Villas Marineras. El encanto marinero que todavía conserva se puede apreciar en un tranquilo paseo por el animado puerto y caminando por sus íntimas y diversas calas: urbanas, de fina arena, rocosas, al pie de frondosos bosques o de guijarros. Pero nos hemos levantado con ganas de aventura y nos enfundamos un traje de neopreno para hacer una curiosa actividad, nadar entre enormes ejemplares de atún rojo del Mediterráneo. Llegamos a las piscinas tras un corto viaje desde la costa, tiempo en el que nos dan unas básicas instrucciones. Es sobrecogedor ver salir a los atunes de la profundidad y pasar veloces junto a nosotros. La actividad acaba con la degustación de este apreciado pescado, que ya era fuente de aportación proteica para los legionarios romanos.
Kayak en el lago
La mañana discurre sin prisas navegando en kayak por ese acuífero formado hace más de 250.000 años. El silencio de nuestra embarcación a remos nos permite avanzar sin asustar a las garzas, cigüeñas y ánades, que atienden sus quehaceres sin que parezca importarles nuestra presencia. Tras la navegación nos acercamos a una de las pesqueras que salpican las orillas del estanque. Estas pintorescas construcciones de los siglos XIX y XX ejercieron como almacén para los aperos de pesca y como casetas de baño para la rica burguesía local. Para emular a aquellas elegantes damas y señores decimonónicos, aprovechamos para darnos un chapuzón en una de las áreas habilitadas para ello.
Un paseo literario
Tras haber probado los platos que hemos preparado se impone un buen paseo. Optamos por una ruta literaria y nos dan a escoger entre la que recorre los escenarios de La sombra del viento o los de La catedral del mar. Nos decantamos por la segunda propuesta para visitar la basílica de Santa María del Mar, en el barrio del Born, y poder continuar con el callejeo sin prisa por este animado barrio en el que hay numerosas opciones para ir de tapeo y tomar una copa de vino.
Cocina marinera en Cambrils
El privilegiado clima de este litoral tan diverso, con playas que van desde las de fina arena hasta hermosos roquedales con el agua turquesa, invita a pasar la tarde navegando en el catamarán que sale desde la estación náutica de Cambrils. Desde el mar vemos el perfil de Salou, un destino con excelentes playas, y las vertiginosas montañas rusas de PortAventura World, a las que prometemos subir cuando volvamos con los más pequeños de la familia. Dado que estamos en Cambrils, la capital gastronómica de la Costa Daurada, no podemos irnos sin probar el delicioso suquet de romesco, uno de los pilares de la cocina marinera de la localidad.
Vallbona de les Monges
No tenemos mucha más compañía en la siguiente parada, tan solo las pocas monjas que siguen habitando el monasterio de Vallbona de les Monges. Nos explican durante la visita que el hecho de que esté rodeado del pueblo, no como los otros dos con los que comparte la Ruta del Císter, responde a las concesiones que tuvo que hacer la abadesa para saltarse la prohibición, impuesta por el Concilio de Trento, de que hubiera monasterios femeninos en paisajes aislados. Tras ver los espacios más destacados, como el claustro y la tienda de recuerdos donde las monjas venden las reproducciones que hacen de la cerámica antigua del monasterio, seguimos la ruta hacia el estanque de Ivars i Vila-sana pasando antes por Belianes, Arbeca y Les Borges Blanques, tierras donde se producen los excelentes aceites de la D. O. P. Les Garrigues.